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22.03.2024 Críticas  
Gema: Una sesión de espiritismo musical – Crítica 2024

Cada miércoles, en el ambigú del Teatro Pavón de Madrid, Delfina Braun invoca ánimas, humor y música en Gema: una sesión de espiritismo musical. Una comedia sobrenatural, con una pizca de dramedia, buenas canciones y mucho talento.

Delfina es Gema, una médium de peculiares dotes que convoca a todos sus clientes a una última sesión de espiritismo que será terapia, consulta, confesionario y catársis para el público y la vidente. Guiada por la música que toca en directo Juan Ignacio Donalicio al piano, Delfina Braun cantará un puñado de buenas canciones que atravesarán varios géneros desde Agustín Lara a Donna Summer, pasando por la Lupe o Edith Piaf pero, sobre todo, contará una historia cuyos protagonistas también serán espectros, pero de los que se aparecen en la memoria. Nos abrirá el corazón y su biografía, y, en el proceso, nos hará reír casi siempre con sonrisa grande, bien abierta, y a veces con una aguja de cristal en el pecho. Porque Gema guarda tres secretos que desvelará esa noche. Tres secretos de los que objetivamente es mejor no dar ni una sola pista y dejar que sea su protagonista quien los revele.

Ajustado a las estrechas medidas del ambigú del Teatro Pavón, Gema encuentra todo lo necesario para esta inusual sesión de videncia y exorcismo colectivo. La escenografía diseñada por Marina Fernández y Loli Paz es mínima, pero está llena de pequeños detalles que nos sumergen bien en esta atmósfera esotérica y musical, complementando el indescriptible vestuario que Joha Orrego idea para la protagonista. Una unión imposible de estampados, colores y texturas que perfilan el carácter de la protagonista que (pronto se descubre) no ha dejado de ser una niña abandonada que se aferra a un sueño y lidia como puede con unos poderes no solicitados y muchas veces incómodos.

Esa es la gran magia de este espectáculo, que se presenta como algo pequeño pero capaz de atravesar dimensiones y géneros. Tiene carácter, está bien construido y nada en él es arbitrario. Cada pieza musical está perfectamente integrada en una narrativa que Braun explota con personalidad. Se aprecia su colaboración en la autoría del libreto, que comparte con el escritor Juanfran García (quien a su vez dirige, colaborando en la dramaturgia con Virgina Smith) y casi puede adivinarse algo de la propia Delfina en Gema. O así queremos hacerlo, porque en el breve lapso de algo más de una hora que dura esta sesión paranormal y teatral, es inevitable enamorarse un poco de este personaje atolondrado e inocente que ha construido con tanta ternura.

En definitiva, Gema: una sesión de espiritismo musical es una pieza personal que no lleva bien las etiquetas: teatro, concierto, comedia musical, algo de interacción con el público, invocación fantasmal. Es una combinación de todo lo anterior que cristaliza en un espectáculo sensible y divertido, que protagoniza con magnetismo y mucha ternura Delfina Braun. Una reflexión sobre el abandono y sus fantasmas que una médium improbable nos plantea a golpe de humor y música, con un poquito de palosanto.

Crítica realizada por Diana Rivera Miguel

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