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15.03.2024 Teatro  
Rusalka – Crítica 2024

Con una puesta en escena atrevida pero espectacular, Ópera de Tenerife presentó los días 5, 7 y 9 de marzo la obra del compositor checo Antonín Dvořák, Rusalka. El Auditorio de Tenerife (Islas Canarias) acogió esta ópera inquietantemente hermosa que cautivó al público con sus encantadoras melodías y su conmovedora historia.

Ambientada en un mundo místico, esta obra sigue la trágica historia de Rusalka, una ninfa del agua que se enamora de un príncipe humano, estando dispuesta a pagar cualquier precio, incluso a arriesgar su vida, con tal de poder estar con su amado. Dvořák se valió de una composición de una enorme belleza para crear un reino de magia y romance. Llena de momentos altamente emocionales, donde el tema principal es el amor, el sacrificio y la redención, Rusalka es, sin duda, una obra maestra del repertorio operístico.

Ópera de Tenerife, consciente del potencial de esta obra, presenta una puesta en escena muy actual, preservando el espíritu de la misma. Para ello ha sido fundamental el trabajo del escenógrafo brasileño Renato Theobaldo. No en vano es una figura notable en el campo de la escenografía, gozando de una dilatada experiencia. Su estilo artístico único queda plasmado en la elección de los decorados, comenzando con el de un teatro vacío, poblado de atriles, sillas e instrumentos esparcidos al azar y coronado por unas bolas de luz que cuelgan del techo para representar el hogar de Rusalka. Seguido también de unos murales móviles que representan el palacio de ensueño donde vive con el príncipe. Theobaldo crea con gran ingenio unos mundos tan sumamente ambiguos que no se podría decir qué mundo es el real y cuál es el de hadas.

El director de escena André Heller-Lopes realiza un trabajo magnífico en su propósito de ayudar al público a ver el amor ideal y los cuentos de hadas desde un prisma actual. Un prisma donde no es necesario que las mujeres encuentren el amor a través de príncipes o palacios de cristal. Su apuesta por esta obra aboga con éxito por una realidad cotidiana, más realista y menos edulcorada.

En el papel de Rusalka encontramos a la soprano Ángeles Blancas. Y aunque quizás no posea una de las voces más bellas, Blancas cantó con una voz amplia, bien proyectada y con suma calidez. Supo representar a su personaje con gran calidad interpretativa, dominando el escenario con gracia y fuerza. Su interpretación del aria Canción de la luna fue de una técnica impecable, dejando a todo el auditorio fascinado.

El tenor Rodrigo Porras, en el rol del príncipe, nos ofreció una actuación vocal completa y muy expresiva, dando vida a su interpretación con una notable eficacia. Supo transmitir el sufrimiento de su personaje hasta el dúo final, donde estuvo totalmente a la altura en su réplica a Blancas, con una voz rica y resonante.

Por su parte, Vazgen Gazaryan interpretó a Vodník, el padre de Rusalka. En sus apariciones, Gazaryan dominó el escenario con una voz de bajo poderosa, pero matizada, combinando precisión técnica y profundidad emocional. Su presencia escénica fue sin duda imponente.

Pero quien demostró tener verdadero carisma fue la mezzosoprano Adriana Bignagni Lesca, interpretando a una magnífica y contundente Jezibaba. Lesca nos ofreció a una Jezibaba deliciosamente malvada, dotando al personaje de una indiscutible fuerza y carácter. En cada aparición mantuvo en vilo a todo el auditorio, gracias no solo a una interpretación auténtica, sino también a una voz rica donde tuvo la oportunidad de destacarse al cantar la memorable y mágica aria Čury mury fuk. Fue sin duda la actuación que más conectó con el público.

El director musical, Paul Daniel, orquestó a la Sinfónica de Tenerife con un toque magistral. Demostró poseer gran oído para los detalles y una profunda comprensión de los matices musicales que exigía esta pieza de Dvořák. Daniel sacó lo mejor de una ya excelsa Orquesta Sinfónica. Su liderazgo dinámico y su entusiasmo crearon una gran sinergia entre músicos y voces contribuyendo al éxito de la presentación.

Sin lugar a dudas, esta producción de Rusalka ha sido estupenda en todos los frentes, pues se ha encarado de forma inteligente, valiente y original. El público así lo avaló al ofrecer a todo aquel que se encontraba sobre el escenario, una larga y cálida ovación.

Crítica realizada por Celia García

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