La Perla 29 ha invitado al Col·lectiu pedant a missa i repicant para hacer una estancia de creación en el Teatro La Biblioteca de Barcelona. Como resultado de la estancia, el colectivo presenta Artemi, El Cambrer Abstemi; un espectáculo formado por ideas poéticas y alocadas que podrá verse hasta el 24 de marzo en el mismo teatro.
En la calle del recuerdo – esquina con el dolor – han puesto un bar. Despacio la vida se ha ido colando; en los versos, en los vasos de la barra, en las juntas del armario, en los adoquines que se mojan cada noche y en el tiempo que pasa y no vuelve nunca. Hasta que un día ha estado tan gigante y que no ha cabido dentro de la vida.
Esta es la cuarta comedia musical del Col·lectiu pedant a missa i repicant (grupo teatral formado por cuatro miembros de La Ludwig Band). La historia que nos presentan, es la de un camarero sin vocación que, tras la muerte de su hermano y con su padre impedido, debe que dejar su vida atrás y, obligado, sacar adelante el negocio familiar. Esto no es lo que él quería, y no le apetece en absoluto hacerse esclavo de un bar. Desea quitarse este peso de encima y venderlo pero, sorpresa, el bar tiene cargas bancarias y hasta que estas no estén saldadas, el bar no puede venderse. En una discusión al teléfono con el banco, una misteriosa mujer de «negocios dudosos», le propone ayudarle económicamente si le ayuda a guardar unas cosas en el curioso almacén que tienen bajo el bar… En resumidas cuentas, le propone que la ayude a hacer contrabando de alcohol. Algo que le ofrecerá un ingreso extra que le permitirá extinguir sus deudas y escapar de esta vida que no le aporta nada. Él acepta y, la única condición que ella le obliga a tratar es: no probar lo que vendes. Así, Artemi, se convierte en el camarero abstemio.
El col·lectiu presenta así una fábula cuyo principio plantea una historia interesante pero que, poco a poco, va desinflándose y perdiendo ritmo, llegando a convertirse en tediosa tras sobrepasar las 2h de función.
El texto creado por Lluc Valverde y Quim Carandell, en apariencia sencillo de comprender y dividido en 3 cuadros, no acaba de despegar como se espera. Las idas y venidas, subidas y bajadas, suertes y desgracias, amores y desamores de Artemi quedan diluidas en el fondo de un libreto demasiado extenso que podría haberse realizado con menos texto, más canciones. Las largas disertaciones creadas para provocar el desorden y perder la coherencia en escena, funcionan en momentos muy puntuales pero, en otras ocasiones, provocan un desconcierto y un nerviosismo unánime en el público que, en ocasiones, mira demasiado el reloj tratando de ver el desenlace se acerca.
Si nos fijamos en la parte actoral, tenemos a Lluc Valverde como el protagonista, Helena Barba como la camarera y Louise Good como la misteriosa negocianta. Al lado, en la zona instrumental (aunque también presentan algún que otro papel secundario), están Gabriel Bosch, Roger Cassola y Quim Carandell. De los intérpretes principales, la que más sobresale con solvencia actoral es Helena Barba, quien nos entrega a una divertida camarera en la que se centrará, a partir del segundo cuadro, gran parte de la historia. Lluc Valverde se defiende aceptablemente como Artemi, aunque su personaje se torne aburrido y no termine de despegar (un error de base, al ser el protagonista de la función). Por su parte, Louise Good, como diabla y/o traficante, ofrece momentos puntuales con los que nos divertimos pero que, lamentablemente, no llegan a definir correctamente un personaje que podría tener más protagonismo y acción.
Junto a ellos, Quim Carandell nos ofrece un narrador demasiado extenso y implicado que opaca la historia al tener que explicarla con todo detalle. Esto crea un error discursivo que hace confundir al público y que, posiblemente, podría solucionarse enfocando la historia desde una perspectiva más sencilla. Por último, Gabriel Bosch y Roger Cassola, más enfocados en la música, comparten un personaje que, fácilmente podría convertirse en principal.
En la parte técnica, destacar la perfecta y sencilla escenografía realizada por Paloma Lambert y el arriesgado vestuario de Marian Vélez, que nos da una visión de cuento de hadas más allá del texto. U gran acierto.
En definitiva, aunque Artemi, El Cambrer Abstemi promete ideas poéticas y alocadas, el público no acaba de comulgar con ellas, tratando de hacer cábalas para entender cómo seguir una historia que se torna tediosa y excesiva. Puede que haya que parar, dar un paso atrás, y revisar con perspectiva un texto que podría dar más de sí si se simplificara. Dicen que la felicidad viene en copas pequeñas.
Crítica realizada por Norman Marsà