La Sala Beckett de Barcelona vuelve a acercarse al teatro de Evelyne de la Chenelière con Llums, Llums, Llums; una aproximación personal de la autora quebequesa a la novela de Virginia Woolf, Al faro, que se estrenó en el Théâtre Espace Go de Montreal.
La señora Ramsay es una esposa perfecta y madre de ocho hijos que busca su felicidad en el matrimonio y en la maternidad, mientras que Lily Briscoe se aferra ferozmente a su independencia para dedicar su vida a la pintura. Las concepciones del mundo parecen opuestas, pero ambas están enamoradas de la belleza y del sentido de las cosas y buscan crear la realidad más que aceptarla. Una inmersión en las relaciones entre creación, intimidad, espacio y tiempo, una partitura sensible para suavizar los tiempos que corren.
En esta versión libre de la novela de Woolf, Evelyne de la Chenelière se apropia de los dos principales personajes femeninos, la señora Ramsay y Lily Briscoe, para sumergirnos en los pensamientos y las emociones de ambas y construir un juego de diálogos y monólogos interiores en los que el tiempo será el verdadero protagonista. En ocasiones las veremos acercar posiciones, en ocasiones alejarse pero ambas se complementan entre sí para darse, como la luz de un faro, un punto de referencia, un camino a seguir.
La dirección de Lurdes Barba es detallista y dulce. Aunque en algunas ocasiones este aire místico que respira la obra hace que la misma se torne tediosa, en otras ocasiones, disfrutar de los monólogos recitados con tanta sensibilidad y convicción es hipnótico para el espectador. Barba juega así dos posiciones alejadas que deben balancearse con esmero para que la obra funcione. Un trabajo arduo para dejar que cada personaje tenga su espacio y su historia pero que, a la vez, nos rescate de un punto de no retorno al que conseguimos no llegar.
En relación a las interpretaciones de Anna Güell como Senyora Ramsay y Tània Banús como Lily Brescoe, he de indicar que son sublimes. Cada palabra que expresan, cada recitativo, se mastica con tanta fuerza interpretativa que hace que sus personajes nos absorban completamente. Cada vez que una se expresa, la otra desaparece en las sombras y viceversa (aunque en todo momento se encuentran en escena y nuestra vista se posa en ellas de forma recurrente esperando su momento de retornar bajo los focos). Es un placer sentirse acariciado por sus palabras disfrutando de la obra. Un gran trabajo que redondean con una interpretación sincera, cercana y verdadera bajo las luces del faro.
En la parte técnica, destacar la escenografía de Paula Bosch que nos muestra una casa parcialmente derruida. Entre escombros, conocemos las historias contadas, en las que solo el faro parece haber sobrevivido a esta tempestad. Destacar también los audiovisuales creados por Joan Rodón que aparecen orgánicamente cuando menos te lo esperas y nos ayudan a contextualizar un poco más la situación; el sorpresivo espacio sonoro creado por Jordi Collet, el marcado movimiento escenográfico de Cecilia Colacrai y; sobretodo, la fastuosa y perfecta iluminación de Sylvia Kuchinow que nos pinta con luz una oscuridad latente en escena y acaba de levantar una escenografía cuya visión del respetable sería muy distinta sin esta remarcable iluminación.
Llums, Llums, Llums, producida por Q-ars Teatre, es una obra bella en recitativos, bella en texto pero, sobretodo, como su nombre indica, bella en iluminación.
Crítica realizada por Norman Marsà