The Producers, de Mel Brooks, llega al Teatro Alcalá de Madrid, tras ser el musical más visto de la temporada teatral de Barcelona. Empresarios teatrales sin escrúpulos, actores pésimos, fascismo y brillo de bajo presupuesto es el mundillo en el que se mueven los protagonistas en un Broadway de 1959 que mucha similitud tiene con el panorama teatral actual.
Max Byalistock (Armando Pita) fue el rey de Broadway, y tras una «opening night» del musical de Hamlet, El rey peleón, la crítica y el público caen sobre el con furia y decepción. Leo Bloom (Ricky Mata) es un acomplejado, triste y gris contable que tras revisar las cuentas del productor descubre a Byalistock la clave del éxito empresarial: producir un gran fracaso teatral que reporte casi la inversión completa de beneficio sobre el empresario porque Hacienda no se fija en los fiascos en taquilla. Dispuesto entonces a crear el peor estreno posible, Max lía a Leo para que se apoye en la producción y se ponen manos a la obra de encontrar el peor libreto, con los peores actores y bailarines y asi poder fugarse a Brasil con la mayor cantidad de dólares posibles.
El montaje original de The Producers es del 2001, cuando Mel Brooks decidió adaptar su propia película de 1967. Por Madrid ya había pasado una version de The Producers, con poco éxito, en 2007 y tras arrasar en Barcelona de la mano de Nostromo Live, la productora de éxitos musicales y llenos casi absolutos, con La jaula de las locas, La tienda de los horrores y Cantando bajo la lluvia; llega a la capital para repetir el éxito que recién se traen desde Barcelona, y por las reacciones en el estreno, pinta que se viene.
The Producers cuenta con dirección de escena de Àngel Llàcer y Enric Cambray, dirección musical de Manu Guix y Gerard Alonso y coreografías de Miryam Benedited. Está protagonizado por 24 actores y bailarines encabezados por Armando Pita, Ricky Mata, Àngel Llàcer y Mireia Portas sumados a una gran orquesta en directo. El diseño de iluminación es de Albert Faura, vestuario de Marc Udina Duran, sonido de Roc Mateu y Javier Isequilla y caracterización de Helena Fendy.
Cuando voy a un musical, y eso que hace tiempo que perdí la confianza en los mismos en todos sus estrenos madrileños excepto en muy contadas ocasiones (creo que con los dedos de una mano tengo suficientes); en lo que voy a fijarme es, no ya en la formación de danza, voz e interpretación del elenco, sino en que al menos, ya que es un musical, que la música se escuche bien y este bien interpretada; y The Producers me da el 50%. La dirección musical de Manu Guix y Gerard Alonso, fantástica, pero el sonido, pésimo: eco, microfonados deficientes (la respiración de Armando Pita…), y voces por debajo de la música. Nervios del estreno, cosas, del directo, una sala a la que acaban de llegar, no se, pero precisamente las previas tienen un cometido antes de un estreno comercial.
Si al sonido deficiente sumamos una bamboleante escenografía que me hacia temer por la integridad del elenco, ya fuese bajando escaleras con barandillas de atrezzo, paneles bailones sin fijación, puertas que no cierran, o decorados que suben y bajan cuando no deben. Nervios del estreno, cosas del directo, no se qué.
Si decido pasar por alto el fijarme si quizás la escenografía colapse en directo o que Àngel Llàcer quizás no pueda volver a bajar esa escalera en las próximas nueve semanas que tienen por delante, voy a concentrarme en las interpretaciones. Tener a un duo protagonista con tan poco carisma y química como Armando Pita y Ricky Mata, bueno, pues indudablemente se desenvuelven bien en el escenario, pero todas sus partes son grises, aburridas y sin brillo, a no ser que Mireia Portas haga aparición y entonces sea el contrapunto que faltaba para apuntalar ese páramo. La construcción de su Ulla es certera, perfecta, brillante y memorable: el tempo cómico, su candidez de nórdica brutota que se transforma en Matahari sensual a fuerza de todos los encuentros con productores que ha debido tener antes de estos dos, es un trasfondo que se percibe sin que en ninguna linea esto sea comentado, y esto viene de su fantástica interpretación y dirección Àngel Llàcer y Enric Cambray.
Y esta mismo milagro ocurre en toda la trama homosexual, y todos los que participan en ella porque Bittor Fernández como Carmen Age-À-Trois es todo lo que le pido yo a un personaje de un musical, y es que no quiero perderle de vista, y que no abandone la escena y que la siga iluminando durante el resto del montaje, y pena que sus intervenciones sean contadas pero es que qué intervenciones: el teléfono, el collar, sus eses. Carmen Age-À-Trois lo es todo. TODO. Como así lo es el Roger de Bacle de Àngel Llàcer, estupendo tempo, divertidísimos números y extraordinaria interpretación. Casi pierdo a Ele como acompañante en la función si no llega a ser por la esperanza que le dio ver que la trama gay era algo a lo que poder agarrarse tras la aburrida trama empresarial previa.
Creo que quizás yo ya no soy el espectador medio de musical español, al igual que no soy el espectador medio de teatro comercial de Madrid, pero estoy ubicado y que se que yo no disfrute un producto como The Producers, más allá de la trama gay, no significa que esto no pase a convertirse en un gran éxito de taquilla, que es para lo que The Producers ha llegado a Madrid. Si en las próximas fechas consiguen adaptar el sonido y la escenografía a la sala, pueden contar con que en esta primavera musical que está viviendo Madrid, importando franquicias musicales que hace años parecía impensable que fuese a ocurrir (y como muestra, The Book of Mormon petándolo), The Producers pueda convertirse en la magnolia de la temporada.
Crítica realizada por Ismael Lomana