Mi abuela no se llama Carmen, de Ana Mayo, se acaba de estrenar en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez de Madrid. Una auto-ficción donde la autora nos lleva de Madrid a Barcelona, del presente al pasado, y de la memoria al legado.
Ana Mayo escribe, dirige e interpreta Mi abuela no se llama Carmen; una obra que habla de los últimos años de su yaya, la cual no se llamaba Carmen, pero ella prefería que así la nombrasen. Solo Carmen. Carmen, niña de la guerra que eligió la ciudad en la que nacer, al igual que su nombre. Una mujer que se hizo a si misma en medio de tanta ruina, como así lo hicieron su madre, su marido, y toda la estirpe que fundó.
«Mi abuela no se llama Carmen nunca tuvo la pretensión de ser un texto teatral, simplemente se impuso la necesidad de compartirlo.», escribe Ana Mayo en el programa de la obra. Y precisamente la cualidad de confesión, de relato oral compartido con el público, de historia fantástica de ancestras abriéndose paso entre las dificultades y viviendo para contarlo; es precisamente esto, decía, la gran baza que juega este montaje, y junto a su brevedad, lo que hace que se disfrute, enternezca, emocione, y la historia de Carmen roce lo épico, sin caer en relato manido de superación personal.
La escenografía de Berta Navas es efectiva y evocadora, al igual que un discreto diseño de iluminación de Beatriz Toledano, certero en los momentos que pretende enfatizar el texto. La interpretación de Ana Mayo y la construcción del personaje de su yaya es natural, amable, tremendamente emotiva sobre todo durante todo el breve pasaje en Argelès-sur-mer y la el viaje final a la infancia y los recuerdos de Carmen.
No iba preparado para un montaje con tanta honestidad y peso en la memoria histórica, y el compromiso de Ana Mayo por no cargar de ñoñería y pudor los pasajes en los que le pide a San Antonio, o esa Carmen que busca el silbato de su cuello, o la generosidad de la historia de su amiga Katerina. Mi abuela no se llama Carmen es una propuesta que, a priori, podría gozar de una buena vida en cartelera tras su programación en el Teatro Fernán Gómez o hasta de una gira por España.
Crítica realizada por Ismael Lomana