La Villarroel de Barcelona presenta, dentro de su programación de OffLaVillarroel, el espectáculo Dopaland. La tiranía de la felicidad, una obra escrita y dirigida por Eu Manzanares (con dirección original de Sergi Pompermayer) y protagonizada por Adriana Segurado y Felipe Cabezas. Una comedia distópica sobre la felicidad y la tiranía de la sociedad de consumo.
Un hombre disfrazado de oso panda intenta superar un ataque de pánico con la ayuda de una terapeuta de la empresa donde trabaja. Él es Pandy-Pandy, mascota de Dopaland, un parque de atracciones cuyo objetivo es la felicidad de sus clientes. Pandy-Pandy está desesperado. Y es que ha sucedido algo gravísimo. Algo totalmente inadmisible, que puede hacerle perder su trabajo en el maravilloso mundo de Dopaland.
Dopaland es una comedia crítica, ácida e irónica que apunta directamente a la tendencia consumista y a la necesidad de rehuir los problemas de nuestra sociedad contemporánea. Ubicada en un parque de atracciones donde se busca la generación constante de dopamina, la llamada hormona de la felicidad, el montaje distorsiona la realidad con un juego distópico para denunciar el aislamiento emocional de la ciudadanía y el silencio frente a lacras como la depresión crónica, en la forma de un trabajador del parque que, ante un abuso flagrante, su protesta es vista como un atentado en la obligada atmósfera de diversión y felicidad que debe rodear siempre las instalaciones del parque.
La dramaturgia creada por Eu Manzanares es simplemente real, atrevida y rompedora. Algunos de nosotros, hemos recibido este tipo de atención en alguna ocasión y hemos vivido casi al completo lo que se explica en escena. Eu Manzanares ha sabido plasmar la esencia de lo que se ve, lo que se dice y, sobretodo, lo que no se dice en escena. Un texto dinámico, inteligente y esperanzador para la sociedad en la que nos estamos convirtiendo.
En lo relativo a las actuaciones, Adriana Segurado, está excelsa en su papel de «consejera». Nos reímos con ella y la odiamos a partes iguales. Durante toda la función, la actriz nos presenta un personaje que carga en su mochila una sólida pero falsa seguridad, un enquistado y corporativo sentimiento de familia y una felicidad exagerada que reconocemos al momento. A su personaje, se la ve venir con antelación. Un personaje que disfruta haciendo sentir mal a los demás, dándole la vuelta a los temas con la verborrea precisa que la caracteriza para, más tarde, conseguir clavarles el puñal de la culpabilidad. Ella está aquí para ayudar, dice. «Ayuda» le llaman.
Por su parte, Felipe Cabezas como el habitante de Dopaland (aka Pandy-Pandy), interpreta un papel sufrido. Tras lo ocurrido, algo que iremos descubriendo más adelante, Felipe recorre todos los estados de nerviosismo extremo que sufre una persona con un ataque de pánico. La falta de respiración constante, la incredulidad, la incomprensión, la no valoración, la falta de aceptación y empatía por parte de la empresa… todo ello se pone sobre la mesa para ofrecernos una actuación llena de recorrido emocional. Eso sí, un recorrido emocional que una persona puede llegar a experimentar durante meses, condensado en 60 minutos. En su inicio, su actuación nos hace sufrir pero, poco a poco, su perspectiva cambiará (porque todo es cuestión de perspectiva, o eso dice la «consejera») y su nueva visión hará que la historia cambie por completo.
En la parte técnica, destacar la escenografía creada por Eric Manchia Benito y Julia Ledesma para mostrarnos una perfecta «sala feliz»; o, como ellos la llaman: «Calm down room». Una sala llena de bebida de sabores, dulces, snacks, cojines divertidos y un suelo de goma. Una sala que parece estar hecha para disfrutar y pasar un buen rato, pero que en realidad la percibimos como una sala de tortura mental. Una sala feliz para tratar temas no tan felices.
Lo mismo ocurre con la iluminación creada por Mattia Russo. Una iluminación de colores cambiante que hace que enraicemos la idea de que estamos en un parque de atracciones feliz y que, lo que está ocurriendo en la sala, está fuera de la visión de sus visitantes.
Dopaland. La tiranía de la felicidad es una historia dura, emocional y crítica sobre el abuso de las empresas en términos de salud mental de sus trabajadores. No todo vale todo por los resultados.
Crítica realizada por Norman Marsà