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27.02.2024 Teatro  
El Castillo de Lindabridis – Crítica 2024

El castillo de Lindabridis, una modesta historia de aventuras caballerescas de Calderón de la Barca, llega al Teatro de la Comedia de Madrid con la excelente factura de Nao d’amores y producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

El Castillo de Lindabridis nos ofrece al Calderón de la Barca más desconocido y menos representado, quizá por la humildad de su propuesta. Frente a los grandes temas con los que identificamos al autor, esta pequeña pieza no deja de ser un cuento fantástico y delicioso de princesas, caballeros y monstruos. Al frente, la propia Lindabridis, heredera de un lejano reino, que navega por el cielo en su propio castillo en busca de un caballero con el que casarse; cuatro pretendientes de nombres pomposos que nos recuerdan la mejor tradición novelesca, Febo, Rosicler, Floriseo y Meridián; una dama desairada travestida de caballero dispuesta a empuñar la espada, y un fauno temible pero enamoradizo.

Ana Zamora versiona el texto y dirige el montaje con la personalidad y calidad a la que Nao d´amores nos tiene acostumbrados. El resultado es una pieza delicada e íntima, con mimbres artesanales. Desde la excelente dicción del verso, estupenda aquí la labor de Vicente Fuentes, a la divertida concepción del espacio, todo en esta propuesta encaja con precisión mecánica y demuestra pasión y respeto por una tradición teatral y una época.

En escena tres músicos, Isabel Zamora, Alfonso Barreno y Alba Fresno, y un grupo de cinco jóvenes actores, Miguel Ángel Amor, Mikel Arostegui, Inés González, Paula Iwasaki y Alejandro Pau, componen el elenco con un trabajo coral impecable. La omnipresencia de la música, firma de Nao d´amores, nos conduce a una atmósfera que marca el ritmo narrativo, al punto que interviene como un protagonista más. Miguel Ángel López y Alejandra Saturno firman la dirección musical y nos rescatan tesoros del siglo XVII como la tonada napolitana Si li femmene purtassero la spada (si las mujeres llevaran la espada), que interviene como una coda al texto que ilustra perfectamente una reivindicación poco disimilada en la obra. Si hay algo que decide el destino de los personajes de este cuento es la determinación de sus protagonistas femeninas. Sin atisbo de discreción o de fingido disimulo, empuñan el arma, batallan, seducen y finalmente resuelven. A su lado, hasta los terribles faunos parecen simples.

Un elemento final que marca el color de este montaje es la inteligente y bellísima escenografía ideada por Cecilia Molano y David Faraco. Una propuesta artesanal, sencilla y de ejecución brillante que se articula como piezas sobre un tablero y que componen el espacio como un puzzle tridimensional. Una solución imaginativa para evocar cada uno de los elementos de la trama con la belleza naif de un cuadro de títeres, pero con la grandeza de un teatro como el de la Comedia. Un acierto absoluto que se complementa con el vestuario versátil, ideado por Deborah Macías, que juega con muy pocos elementos con texturas, formas, colores e insignias que nos ubican en el recuerdo imaginado de una época.

El Castillo de Lindabridis es un delicioso divertimento con el sello inconfundible de Ana Zamora y de la compañía Nao d´amores. Un ejercicio donde tradición, música y una concepción casi artesanal del montaje se aúnan para ofrecer lo mejor del teatro clásico.

Crítica realizada por Diana Rivera Miguel

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