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02.02.2024 Críticas  
Las casas blancas de Bernstein

El día 28 de enero asistimos al Auditorio de Tenerife para presenciar la representación de Trouble in Tahiti de Leonard Bernstein. Este peculiar montaje, amparado por Ópera de Tenerife, fue a cargo del director de escena Siscu Ruz. Solo hicieron falta cinco magníficas voces para transportarnos a los desafíos de la vida estadounidense de mediados del siglo XX.

Bernstein pretendió con esta pieza llevarnos a una exploración del descontento de aquellos que, pese a tenerlo todo, siguen buscando tener una vida más plena. La partitura de jazz de esta ópera, que se aleja del estilo operístico tradicional, añade una visión dinámica a lo que es la narración. La historia profundiza en las complejidades de las relaciones matrimoniales, haciendo al espectador testigo de una lucha que enfrenta a una pareja en la era de la búsqueda del sueño americano. Por lo que Trouble in Tahiti destaca por su crítica social y su invitación a la reflexión.

La rica orquestación de Bernstein hace que capture las emociones de los personajes y las interpretaciones vocales son fundamentales para transmitirlas. Las voces encargadas de lograr ese objetivo fueron, principalmente la mezzosoprano Blanca Valido y el barítono Carlos Reynoso.

Blanca Valido interpreta a Dinah, la esposa insatisfecha que busca escapar de la rutina y del vacío de su vida. Es un papel que requiere una gran capacidad vocal y dramática y Valido logró darle a su personaje toda esa carga emocional a medida que avanzaba la historia. Su voz cálida y expresiva dotó a su interpretación de elegancia y una gran presencia escénica.

Carlos Reynoso defendió el rol de Sam, marido y empresario de éxito. En su interpretación hizo gala de una gran versatilidad, mostrando una voz muy potente en la zona aguda y bastante ágil en la zona grave.

Acompañando a la joven e infeliz pareja, encontramos a un trío vocal compuesto por Candelaria González, Aitor Garitano y Borja Molina, que hace su aparición a lo largo de la obra con el propósito de mostrar lo idílico que resulta pertenecer a la clase media con casita en los suburbios de los años 50, todo con un tono satírico. El trío nos deleitó con sus intervenciones, mostrando unas voces extraordinarias y de gran versatilidad.

Para esta producción de ópera de cámara se formó un ensemble orquestal con músicos locales. Bajo la magnífica dirección de Francis Hernández, director musical de la propuesta, la parte musical realizó una ejecución impecable, fusionándose con la escenografía y la complejidad, tanto de la partitura como de los personajes.

El director de escena Siscu Ruz mostró una vez más su visión creativa y original, haciendo una combinación de diferentes colores con los que transmitió a la perfección el trasfondo social y humano de la historia.

A cargo del vestuario estuvo el conocido diseñador Leo Martínez. A pesar de la austeridad que la obra requería del mismo, Martínez jugó con los colores gris y naranja para poner de manifiesto que hasta en una situación aparentemente idílica, puede esconderse la más profunda de las frustraciones. El color naranja tiene un papel protagonista en toda la obra, ya que alude a la fruta que simboliza en su mitad la búsqueda de la otra parte, para formar una completa y así hallar la felicidad con el amor verdadero.

Sin duda la producción Trouble in Tahiti, a pesar de tratarse de una obra atípica, estuvo repleta de simbolismos, críticas sociales y sobre todo de mucho talento. En suma, fue un máximo acierto. La prueba está en el éxito de público, ya que todas las entradas se agotaron.

Crítica realizada por Celia García

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