Todo estaba preparado para el estreno en España de la ópera Lear en el Teatro Real de Madrid en abril de 2020, pero el cierre de toda actividad debido a la pandemia hizo que se cancelara. Ahora, cuatro años después, finalmente llega a la capital este poderoso ejercicio teatral de Calixto Bieito.
El barítono Dietrich Fischer-Dieskau sugirió al compositor Aribert Reimann la creación de una ópera basada en la tragedia de Shakespeare: El Rey Lear. El proyecto se hizo realidad en 1978 y se estrenó en la Ópera de Múnich, siendo una de las obras más importantes de Reimann. Con libreto de Claus Hennberg y la dirección de escena de Calixto Bieito la opera permanecerá en la ciudad de Madrid hasta el próximo 7 de febrero.
Lear es una ópera muy poco representada a pesar de ser una de las más destacadas de la segunda mitad del siglo XX, por lo que hace aún más reseñable su llegada a Madrid. En el Teatro Real además, se podrá contemplar en todo su esplendor con espacio suficiente para albergar a la orquesta, algo que no sucedía en Múnich y que ha recalcado el director musical Asher Fisch.
En los roles principales encontramos al barítono Bo Skovhus, quien interpreta a Lear, Torben Jürgens, quien da vida al Rey de Francia, Ángeles Blancas como Goneril, Erika Sunnegardh como Regan, Susanne Elmark como Cordelia y así, hasta una docena de intérpretes; todos protagonistas, todos solistas, junto a la Orquesta y Coro titulares del Teatro Real dirigidos por Asher Fisch y José Luis Basso respectivamente.
Escrita por Shakespeare en los primeros años del siglo XVII, la tragedia nos cuenta la decisión del rey de Bretaña, Lear, al llegar a la vejez de dividir su reino entre sus tres hijas; las dos mayores alaban al padre y aceptan encantadas la decisión, mientras Cordelia, la menor, indignada por la codicia de sus hermanas renuncia a todo y hace saber a su padre que su afecto por él no está ligado a la herencia. A partir de este momento, la lucha por el poder desencadena toda la tragedia. La escenografía nos sitúa la acción en una época más actual, en un espacio construido por la escenógrafa Rebecca Rings plagado de referencias al Barroco español y al Expresionismo alemán. Muchas son las sugerencias pictóricas que nos traen, desde Miguel Ángel a Andrea Mantegna, para meditar sobre la ambición y el poder, la familia, la vejez, la hipocresía, la locura… Bieito dijo que ver esta ópera era como ir al museo del Prado y ciertamente esa referencia acude a la mente mientras se asiste a la representación.
La escena se compone como un espacio rodeado de grandes listones de madera chamuscada que impresiona por su volumen, dando una gran sensación de profundidad y altura que remarca la acción. Representa tanto el interior de lo que puede ser las estancias reales, como el exterior. Lo abarca todo. Es áspero y duro cuando el argumento lo requiere, muy acorde con la tragedia; y nos traslada, en palabras de su creador, al escenario original donde se representaban las obras de Shakespeare, el Teatro Globe, hecho de paja y madera. Todo un acierto lleno de sugerencias y sensaciones que complementan a la partitura, añadiendo lo visual a la música y voces; un todo que ejerce en el espectador una percepción potente y una gran emoción.
Complementa la escenografía la acertada iluminación a cargo de Franck Evin dando en todo momento con el tono adecuado a la narración y apoyada por las proyecciones de Sarah Derendinger en el último acto.
La partitura es muy intensa de principio a fin. Apabullante a veces, tensa, dura. Hay contrastes entre voces y música, como si fueran independientes. Todo es tragedia y la música remarca muy bien la tortura de los personajes, la violencia de sus actos, especialmente bellos son los últimos compases de la ópera. Los intérpretes están todos a gran altura no sólo en el aspecto vocal, sino que sus movimientos, sus gestos, su trabajo actoral es realmente fantástico. Todo se combina para hacer de Lear un espectáculo inolvidable por el que ha merecido la pena esperar estos cuatro años.
Crítica realizada por José Luis Moreno