Se ha estrenado, con todo vendido ya, Nuestros actos ocultos de Lautaro Perotti, en la sala Fernando Arrabal de las Naves del Español de Madrid. Una obra que puede convertirse en el acontecimiento teatral (comercial) del año, por el cartel formado por Carmen Machi y Macarena García, acompañadas por Santi Marín.
Elena (Macarena García) llama desde la carretera a Azucena (Carmen Machi) para pedirle que por favor contacte a Patri (Santi Marín) porque necesita ayuda. Patri acude al rescate, acompañado por Azucena, y se abren las compuertas de los reproches, la incomunicación y la mecha corta que que toda buena familia debe hacer alarde.
Lautaro Perotti escribe y dirige Nuestros actos ocultos, buen ejemplo de teatro comercial «de gran formato», como ya estrenó en la sala Principal del Teatro Español en 2018, también con Carmen Machi y Santi Marín, en Cronología de las bestias, otro éxito de público con Pilar Castro, Patrick Criado y Jorge Kent; que si la función se pasaba en decibelios à la Rambert, y melodrama barato, aquí la fórmula está mucho mejor trabajada y compensada en el trabajo actoral.
Si bien Carmen Machi está en un registro que todo el público parece que recibe en clave de comedia constante, con esa tendencia al bebercio que oculta algo más grande, el trabajo físico y los trazos de su personaje están bien interpretados, aún sin llegar a crear ese vínculo empático con el público que noto necesario, y que hace cojear el final del montaje. Santi Marín, afectado de más en su condición de «un poquito discapacitado», está afinado y correcto y mucho mejor trabajada la relación con el personaje de Macarena García, cuya Elena es de brocha gorda, pero sorprendentemente no incomoda en su proyección al público.
El hoy, el seis meses atrás y el hace dos años marca el eje temporal de Nuestros actos ocultos, un thriller dramático con efectivo diseño del espacio escénico de Elisa Sanz, y un escueto diseño de iluminación de Juan Gómez-Cornejo. Los tres personajes, y la presencia constante del ausente Juan, nos guían en los saltos temporales por una historia marcada por las decisiones, la enfermedad y las condiciones de cada uno de ellos; con la familia siempre presente, ya sea elegida o la que les ha tocado. A Xavier Dolan le encantaría este drama donde todas las obsesiones de su carrera están volcadas, y sobre la que podría sacar una nueva serie.
Nuestros actos ocultos no llega a ser una cinematic experience como La infamia de José Martret, aunque toda la propuesta tiene una base cinematográfica, y un juego de cámara de directo como el trabajo fantástico de Alicia Aguirre Polo en aquella, hubiese servido para elevar la propuesta de Perotti, que no obstante, y habiendo ido preparado para el espanto del estreno del 2018, me resultó entretenida y efectiva, y cumpliendo con lo que el público espera, que es ver a la Machi y a Maqui en persona.
Crítica realizada por Ismael Lomana