El Teatre Condal de Barcelona vuelve a programar hasta finales de febrero -solo los lunes-, Gordas; la aclamada obra de Carlos Mesa. Mara Jiménez y Teresa López vuelven a ponerse en la piel de varios personajes donde el tema central es el peso de sus cuerpos.
Gordas es una comedia irreverente sobre la fama, la religión, el amor, la amistad… y el físico. ¿Qué tienen en común Satanás, una estrella de cine, dos monjas, una lesbiana convertida a la fuerza, las ganas de follar y un donut? Al principio parecen ingredientes sin sentido… Pero cuando se juntan, dan lugar a un menú completo, sazonado con ironía y humor.
Como ellos mismos indican: «Gordas es una obra que lucha por encontrar ese espacio que la sociedad ha decidido limitar. Dos gordas que hacen de gordas, pero que pueden ser todo». Carlos Mesa ha expuesto varias situaciones muy conocidas por la totalidad de la sociedad que, interpretadas sobre el escenario, ponen de manifiesto lo cruel que sigue siendo la sociedad bajo los estúpidos estándares corporales. Esto es lo que efectivamente reivindica Gordas. La igualdad en un mundo que sigue atacando y marginando a las personas cuyo peso sobrepasa el estándar de la moda en la sociedad (la talla 38 me aprieta el ******; dicen por ahí). Y es que parece que para algunas cosas, tener una talla que sobrepase la 46 es algo imposible e indecoroso.
Mara Jiménez y Teresa López se encargan rápidamente de quitarnos esta imagen de la cabeza solo salir a escena. De una forma desenfadada, cómica e irónica, conoceremos personajes diversos que abogan por la libertad de sus cuerpos, que tratan de cambiarlos para poder entrar en un estándar y dar el perfil, o que, incluso, por el ataque constante de la sociedad se acaban sintiendo mierda.
En el caso de Mara Jiménez, la mayoría de veces realiza el personaje que tiene dudas o ha sido cuestionado por talla. A excepción de nuestra fantástica e irónica amiga Lucy (la que vive bien cerca del centro de la tierra), Mara nos presenta personajes llenos de dudas y que tratan de encontrarse a si mismas para ser felices. Pronto entenderemos que los estándares no sirven de nada y que, la verdad, no son para todas; la felicidad se encuentra en nosotras mismas. Su forma de actuar estos personajes es cercana, sincera y real. Algo que agradecemos.
Por su parte, Teresa López encarna a un tipo de personajes cuya energía es desbordante y no tiene filtro. Ella siempre corresponde a la amiga que anima a la desvalida, la que sufre con ella pero que hace de cojín para que el golpe de realidad no sea tan brusco. Aun así, sus personajes en ocasiones si son demasiado bruscos e histriónicos. Entendemos que el texto y la dirección de Carlos Mesa así lo requiere pero, en ocasiones, hay personajes que sin dicha exageración extrema podrían funcionar mucho mejor; como ocurre con las dos monjas (la única historia a la que no vi relación con el tema del espectáculo) o con la actriz que quiere cambiar de aspecto y parecerse a la Pataky para poder ser rica y famosa. Ese personaje, tanto en su primera incursión como en su visita al programa televisivo -muy estilo Diario de Patricia-, nos ofrece una actuación muy distinta de Teresa López. No siempre se requiere un nivel de intensidad desbordante para conseguir la broma.
En la parte técnica, destacar la sencilla forma en la que el diseño de iluminación de Sergio Benito ayuda a cambiar de historia. Seguimos viendo a las actrices en escena, vemos pequeños cambios de escenografía realizados por ellas mismas, pero sabemos rápidamente que, como ocurre con la luz de desmemorización de los Men in Black, cada vez que esto ocurre hemos de hacer borrón y cuenta nueva para recibir un personaje distinto. Un recurso simple que encarna su propósito.
Gordas es una obra que nos deja claro que una talla no limita tu persona. Que una talla no implica que necesariamente te atiborres a comer y que sea culpa tuya estar así… Los cuerpos diversos siempre han existido y, si nos ponemos a revisar las modas actuales, la verdad, a mi persona le parecen más sanos este tipo de cuerpos que las tallas 36 que algunas modelos deben tener para poder desfilar en para algunas marcas. Y oye, ¿qué pasa si quiero comerme un donut?…
Crítica realizada por Norman Marsà