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17.01.2024 Críticas  
El deshielo

La Sala Cuarta Pared de Madrid continúa con el VI ciclo de danza Mover Madrid, y en enero les toca perderse en la naturaleza con El bosque, de Marcat Dance, un viaje entre la maleza, los árboles y los senderos de este entorno.

«El bosque es una pieza para tres bailarines, inspirada en la naturaleza, sus atmósferas, energías y sensaciones, con música original interpretada en directo por Jose Pablo Polo. La obra es un viaje sensorial que permite tanto al espectador como a los intérpretes, al adentrarse en él, perderse y reencontrarse, creando un mundo misterioso, vivo y enérgico.», según comparten en la web de la compañía.

El día de la representación era un día gélido, de tiempo inestable y calles abarrotadas moviéndose de forma errática en busca de razones para estar a la intemperie o de un refugio en el que seguir el monólogo interno de quién me manda a mi salir a la calle. El bosque era mi razón y la sala Cuarta Pared mi refugio, y al menos la soledad fue compartida con A y con Jota y las lecturas y Ruslana como ganadora de OT, y las toses y un público especialmente bello con el que adentrarse en la propuesta de Marcat Dance.

El diseño de iluminación de Mamen BGil y el de sonido de Jose Pablo Polo forman el preludio que nos recibe al adentranos en El bosque, un paisaje nocturno, extraño e inquietante en el que Polo es la única presencia humana que transita por el escenario, entrando y saliendo de las sombras, ocultándose a la vista de los cuerpos de Mario Bermúdez, Catherine Coury y Marilisa Gallicchio, transmutados en la fauna de este lugar.

La audiencia somos cámaras de fototrampeo que asisten a la dinámica insomne de manadas, bandadas y tránsitos en solitario de un bosque que me llevo al Norte, con su neblina, constante humedad y un lejano crepitar que anticipa la llegada de algo que se mantendrá oculto; una constante amenaza que mantiene en estado de alerta a los tres cuerpos que imitan complexiones animales que se acompasan al cruzarse y que van elaborando esta compleja coreografía que en algunos instantes rompía su armonía y donde la excelencia se lograba en los solos.

El bosque es una propuesta interesante donde el juego antropomorfo y la teriantropía se ve elevado por la composición en directo de Polo y la atmósfera siniestra y oscura que generan las luces de Mamen BGil en este lugar al borde del incendio a ritmo de los compases eléctricos, o de un violento deshielo que inunde toda la superficie escénica.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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