En medio de la exitosa gira con la que recorren España desde hace varios meses, Pablo Carbonell y Armando del Río llegan a las tablas del Teatro Quique San Francisco de Madrid con El crédito, obra del dramaturgo Jordi Galcerán que combina humor y reflexión en un marco donde el dinero es el verdadero protagonista.
El crédito se inicia como una obra esperanzadora que se convierte en el antídoto para el estrés del día a día y la rutina. Un señor acude a una sucursal bancaria para solicitar un crédito que necesita con urgencia pero, al no tener ninguna garantía, aval o respaldo, es despachado de inmediato por el gerente. Ante esta negativa, el hombre decide extorsionar al director bajo la amenaza de seducir a su mujer si no le concede el préstamo instantáneo.
Este es el punto de partida de una trama que engancha y cuyo texto fluye de forma ágil y dinámica pero que, sin embargo, en determinados momentos de los minutos centrales la trama se ralentiza y se suceden escenas que fraccionan ligeramente el ritmo de la obra. Afortunadamente, en la recta final, El crédito recupera la soltura inicial y se cierra con un desenlace algo previsible pero poseedor de una pequeña sorpresa que deja un estupendo sabor de boca. Y hasta aquí puedo contar.
El texto de El crédito fue escrito tras el inicio de la gran crisis económica generalizada de 2008 que afectó enormemente a nuestro país y de la que todavía estamos pagando la factura. Por eso, a pesar del paso de los años, esta comedia sigue estando vigente como recurso de entretenimiento en estos tiempos llenos de incertidumbre. De alguna manera, el público se siente incluido en la premisa, reflexionando acerca de lo que estamos dispuestos a realizar con tal de conseguir una buena suma de dinero.
Sin ninguna duda, El crédito no tendría el mismo resultado sin su elenco. Pablo Carbonell y Armando del Río se entregan y se compenetran bajo la dirección de Raquel Pérez. Ambos actores trabajan de manera eficaz y sus respectivos personajes van adquiriendo diferentes matices según se va desarrollando la obra; saben jugar con el público para hacerle partícipe del argumento con situaciones cómicas destinadas al mero entretenimiento. ¡Qué capacidad para transmitir lo que está ocurriendo en cada momento! Carbonell y Del Río resuelven todo con una facilidad pasmosa y eso lo sabe el publico que, finalizada la función, se deshace en aplausos con ambos actores.
La puesta en escena sigue la estela del texto: sencilla, precisa y eficaz. Anselmo Gervolés, responsable de la escenografía, ha recreado el despacho del gerente de la sucursal bancaria con unas cuantas sillas y un par de mesas. Destacar el diseño de luces de Paco Ruiz Ariza que acompaña todo lo que sucede sobre el escenario.
Jordi Galcerán ha escrito una comedia estupenda, que funciona como el mecanismo de un reloj a lo largo de los noventa minutos que tiene de duración. Se trata de un texto ágil, bien trabajado y que se sustenta perfectamente sobre la maravillosa actuación de sus dos protagonistas.
Crítica realizada por Patricia Moreno