Durante cuatro únicas funciones el espectáculo de danza Runa llegó a la Sala Max Aub de las Naves del Matadero de Madrid. El montaje, que resultó ganador de dos Premios Max 2023 a mejor coreografía y mejor interpretación femenina de danza, aborda con plasticidad y belleza la intimidad de una pareja enfrentada al fin de su relación.
¿Qué queda del amor cuando sólo hay ruinas? ¿Cómo rescatar los recuerdos del pasado cuando el mundo en común es un caos irreconocible?
Runa es un diálogo físico y emocional que parte de la premisa del abandono, y se sumerge en un exploración de los límites del amor y de la persistencia. Presenciamos, como testigos mudos, el lento desmoronamiento de algo que fue bonito y prometedor pero cuyo presente es un paisaje desolado, desordenado y perdido. La lucha, imposible a veces, dolorosa y emocionada de un hombre y una mujer que se enfrentan contra el tiempo y los escombros de su propia historia de amor.
Lali Ayguadé es la directora artística y coreógrafa de este montaje que interpreta ella misma junto a Lisard Tranis. Su trabajo fue merecedor de dos Premios Max en 2023 y la nominación de Tranis como mejor intérprete masculino de danza. Bastan y sobran sus cinco primeros minutos para concluir lo merecidísimos que son ambos premios.
Runa es emoción y belleza. Desde la misma presentación de los personajes y su historia de amor, nos involucra de una manera personal. El trabajo de Ayguadé y Tranis es simplemente abrumador y conmueve hasta las entrañas. Más allá de la coreografía, que es abstracta, intuitiva y profundamente corporal, ambos intérpretes nos conducen por las emociones de desesperación, tristeza y determinación de ese hombre y esa mujer afanados en reconstruir algo que ya sólo existe en el recuerdo. La narrativa es hipnótica y cuenta con grandes aciertos. La presentación de ambos protagonistas y de su pasado feliz como pareja es dinámica y acertada. Apenas unos pocos detalles nos contextualizan para asimilar lo que se viene. Estos mismos detalles nos preparan para entender la insistencia de esos dos seres humanos, haciéndose daño a la vez que tratan de recuperar algo bello.
Los esfuerzos de estos personajes bailan sobre la música compuesta por Miguel Marín y, en pleno periodo navideño, despiertan una sonrisa melancólica del espectador cuando las referencias al buen George Bailey de It´s a wonderful life (Que bello es vivir) suenan, mientras Tranis rodea a Ayguadé, dispuesto a bajarle la Luna (What is it you want, Mary? What do you want? You want the moon? Just say the word and I’ll throw a lasso around it and pull it down). Cuando todo termina sólo caben los actos de amor imposibles.
Runa es un viaje sensorial a través del amor y la pérdida con sus personajes interpretados por dos bailarines que utilizan sus cuerpos con una plasticidad narrativa que trasciende la mera danza. Su representación es un reflejo de historias que nos son propias, de ruinas que hemos pisado, de una fragilidad que nos interpela y sobre todo nos emociona.
Crítica realizada por Diana Rivera Miguel