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22.12.2023 Críticas  
El que no come ni deja comer

En el escenario del Teatro Poliorama, se despliega una joya teatral: El Perro del Hortelano; una comedia escrita por Lope de Vega y Carpio y dirigida por el talentoso Paco Mir i Maluquer. Esta obra del año 1618, ha sido adaptada y presenta una versión única y no convencional de la historia de Diana, una condesa, y Teodoro, su secretario.

La obra comienza con un enganche magistral al introducir a dos técnicos, interpretados por Moncho Sánchez-Diezma y Manuel Monteagudo. Estos extraños actores, inicialmente nos explican que están a cargo de los aspectos técnicos pero, al darse cuenta que la compañía de teatro no ha llegado todavía, ambos, junto a dos actrices locales, Paqui Montoya y Amparo Marín, se harán cargo de la obra. Así, la trama gira en torno a la espera de la producción y la improvisación de la obra por parte de estos cuatro intérpretes, generando una dinámica única y polifacética. Sánchez interpretando a Teodoro y Marín interpretando a la condesa Diana. A diferencia de Monteagudo y Montoya, quiénes se desenvuelven en diversos personajes, dando frescura y mucha versatilidad a sus interpretaciones.

La habilidad de Mir para mezclar versos originales de Lope de Vega y Carpio con una adaptación cómica y dinámica ha sido un acierto genial. Aun así, a banda de las interpretaciones, a mi parecer, lo más sorprendente del espectáculo es la escenografía creada por el mismo Paco Mir junto a Cristina Cuber y Lalo Ordoñez quienes se encargan del atrezzo, así como el vestuario de Mai Canto. La escenografía, con un cuadro y fondo negro, se vuelve un lienzo en constante cambio, manteniendo a la audiencia entretenida y sorprendida, pasar de estar en el sala de la columna a la habitación de la condesa Diana. El uso ingenioso de elementos encontrados para los cambios de escena se convierte en el alma cómica de la representación.

Por su parte, el juego de luces a cargo de Manuel Madueño es una pieza clave que acompaña perfectamente las escenas de cada intérprete. El modo en que se rompe la cuarta pared, con los actores dirigiéndose directamente al público y hasta dando órdenes de luces, crea momentos hilarantes que realzan la frescura y originalidad de la producción.

La adaptación de Mir no solo resalta la maestría de los intérpretes, Sánchez, Monteagudo, Montoya y Marín, sino que también logra que la obra sea accesible y disfrutable para un público amplio, desde adolescentes hasta adultos. La dinámica y la adaptación cómica hacen que la obra sea vibrante y llena de energía, aplaudiendo así el esfuerzo y el talento de todos los involucrados. Gracias a ellos, he podido experimentar una visión fresca y cautivadora de una historia clásica en verso original.

Crítica realizada por Yadi Agurto

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