El Teatre Romea de Barcelona presenta Tot l’any pot ser Nadal; una obra de Jaume Viñas co-dirigida junto a Daniel Anglès e interpretada en solitario por Joan Pera. Una versión del clásico de Charles Dickens, El cuento de Navidad, en la que se muestra la parte más tierna de l’avi Joan, un hombre que ha olvidado el espíritu de Navidad como lo hace el Señor Scrooge, el mítico personaje que vive las fiestas con avaricia y soledad.
Joan Pera se sube de nuevo a los escenarios -esta vez en el Romea, no en el Condal (aviso a despistados)- con ánimo de celebrar las fiestas con la gente de teatro.
Tot l’any pot ser Nadal es un espectáculo que se basa en El cuento de navidad de Charles Dickens y que nos presenta al avi Joan, un señor mayor que vive solo en su casa y que, a día de hoy, empieza a preparar la casa para las fiestas/visitas navideñas. Su espíritu navideño, como ocurría con el mítico Señor Scrooge, parece haber mermado y, a día de hoy, prepara a regañadientes su casa para la visita de nietos y demás familiares.
El árbol de navidad, escuálido, dejado y ensamblado (vivan los árboles del chino) como se puede… ya que parece estar incompleto y con un diseño demasiado vanguardista, se presenta temeroso cerca de la butaca donde él descansa. A piezas, casi como él se siente. Las luces, dios mío las luces, que casi hacen que la navidad no llegue a la casa, se posan sobre el mismo entremezclado con espumillones que podrían causar un desastre… Y es que, todo parece indicar que, entre queja y queja sobre las fiestas y las «tradiciones familiares» (léase cosas que no queremos hacer o gente que no queremos ver pero… ¡es que es Navidad!), nos damos cuenta que el entrañable avi Joan ha extinguido su espíritu navideño. Y no le culpamos, la verdad. Le entendemos demasiado.
Jaume Viñas escribe esta historia de su puño y letra para acercarnos a un Joan Pera diferente. Sí, es cierto que la obra está hecha a su medida. Y, en efecto, está llena de gags que sabemos que reiremos y que el mismo actor disfrutará haciéndolos. Pero es que la obra le viene como anillo al dedo.
Como un Scrooge actual, el avi Joan está hartito de esta falsa moralidad Navideña que impera en la sociedad y así lo expresa de forma continua en el espectáculo. Tanto que acabará recordando el cuento que más le leían de pequeño y que, como no, está deseando leer a sus nietos. Tras preparar (como puede) la casa, llegará el momento en que la historia de Dickens hará acto de su presencia y, leyéndola, el avi Joan se dará cuenta que se parece más a Scrooge de lo que pensaba. Así, Joan Pera apelará constantemente al paralelismo de su personaje con el del señor Scrooge, para explicarnos cómo vivimos las navidades: Como aprendemos continuamente de los demás (no solo los pequeños de los adultos, sino también a la inversa); cómo los grandes y míticos cuentos siguen ejemplificando y revelando nuestro estilo de vida y nuestra inamovible forma de hacer; y, sobretodo, cómo, tengamos la edad que tengamos, seguiremos teniendo generosidad y amor hacia todos los que nos rodeen. Una historia cálida y acogedora que al juntarla con un grande de la comedia catalana, tiene una interesante apreciación para el espectador.
Para conseguir todo esto en escena, Joan Pere tirará de todos sus recursos como actor. La comicidad, la alegría, la fiereza e, incluso, la cabezonería se pasearán sobre las tablas del Romea. Pero sobretodo, disfrutaremos con el magnetismo que el intérprete exuda en sus narraciones; cómo camaleónicamente cambia de personaje en una continua espiral imbatible en la que se convierte El cuento de Navidad; y cómo su voz inflexiona en los momentos de narración que nos recuerdan al Joan Pere actor de doblaje. No faltarán los homenajes a toda una vida sobre la escena con momentos reconocibles 100% que el público reirá al unísono. Un gran trabajo de dirección, creación y interpretación.
En la parte técnica, me gustaría destacar la escenografía creada por Sergi Corbera y la iluminación del mismo autor junto a Víctor Cárdenas. Un conjunto que hace que nos sintamos como en casa desde el inicio de la función y que, casi casi, notemos ese calor de chimenea calentita en una casa de campo apartada del bullicio constante de la ciudad. También, destacar la video-creación de Merlí Borrell, la cual forma parte en todo momento de la escenografía y muta de formas distintas en su momento de mágico esplendor cuando Joan Pere interpreta todos los personajes de la lectura de Dickens.
Por último, destacar la gran idea de dirección de crear ese momento mágico en los saludos finales. Un momento que se convierte en un precioso regalo para el público al que solo le falta el Somewhere in My Memory de John Williams resonando en las paredes del teatro.
Tot l’any pot ser Nadal es una obra que representa un canto a la vida, un canto al amor y a la generosidad. Un texto que propone un viaje lleno de risa, emoción, fantasía y, sobre todo, mucha ternura de la mano del que, para todos y todas, es ya el abuelo de Cataluña.
Para finalizar, me gustaría hacer mías las últimas palabras que l’avi Joan dice en la obra: «Sea Navidad o San Juan, en la mesa siempre tendréis un plato porque si nos esforzamos… ¡todo el año puede ser Navidad!». ¡Felices fiestas a todxs!
Crítica realizada por Norman Marsà