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14.12.2023 Críticas  
La vida en carta

Quedan solo 3 oportunidades para ver Cartes d’amor. Esta pieza íntima de A.R. Gurney, que protagonizan Àlex Casanovas y Lloll Bertran y que dirige Marc Rosich, va a estar en el Teatre Borràs de Barcelona solamente 12 únicas funciones hasta el día 16 de diciembre.

La obra, que se estrenó en 1989 en el Off de Broadway y que quedó finalista en los premios Pulitzer el año siguiente, es la lectura de las cartas intercambiadas entre Andrew Makepeace Ladd III (Andy) y Melissa Gardner a lo largo de su vida. Desde la amistad que les une desde niños, hasta la atracción que se va haciendo cada vez más fuerte con el paso de los años, pasando por todas las alegrías y vicisitudes propias de la vida de cualquier ser humano. Diría pues, que puede considerarse una obra vital y universal a dos voces.

El programa de mano la define como una «comedia romántica, divertida y emotiva». Yo cambiaría el orden, sobre todo priorizando la parte emotiva y nostálgica (el tono es cómico, pero no es de las comedias de mucho reír) y el texto sencillo, pero que pincela muchos matices de quién es y cómo es el ser humano, a través de la vida de Andy y Melissa.

Rosich ha dirigido a Bertran y Casanovas de una forma muy orgánica, donde los personajes están trabajados de una forma natural y aún así se percibe la interpretación. Ambos actores demuestran la gran experiencia que llevan a sus espaldas sobre el escenario, pero me gustaría decir que, especialmente disfruté con todo el proceso de crecimiento y madurez del personaje de Andy que Àlex Casanovas borda. Desde su interpretación del niño Andy, hasta el Senador Makepeace. Me encanta su temple, su tono, que para nada es impostado, y la sensibilidad trabajada para conseguir hacer de su personaje algo especial. La Bertran, pues claro, tablas sobre las tablas. Y de regalo, hasta alguna que otra canción (parte de la que ha estado a cargo Marc Sambola). La complicidad entre ambos también la ha sabido trabajar Rosich muy bien, para que el espectador se crea que Andy vive toda su vida perdidamente enamorado de Melinda y que Melinda se arrepentirá toda su vida de lo que no hizo bien.

El vestuario (de Laura García) promete una cosa en el cartel (evocando el origen americano de la obra) y luego es otra cosa, más neutro, más nuestro. Pero, evidentemente, aunque siempre es importante, no desdice en absoluto del resultado final. Y la escenografía, de Anna Tantull, muy funcional (una mesa y dos sillas de escritorio, dos colgadores y alguna que otra cajonera…) pero muy apropiada para crear un mínimo ambiente pero priorizar el foco de atención.

Creo que una obra así hubiera ganado en una sala más pequeña, acentuando de esa manera la intimidad entre Andy y Melinda. Hubiera acercado aún más los gestos y las emociones de los actores al espectador. Aún así, Cartes d’amor sigue siendo una opción muy recomendable para el tipo de público que quiera disfrutar de ver esta agridulce historia con dos nombres siempre atractivos para cualquier cartel teatral.

Crítica realizada por Diana Limones

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