El Teatre Poliorama de Barcelona programa l’Alegria que passa, un musical magistral inspirado en la obra homónima que Santiago Rusiñol escribió en 1987 y que Dagoll Dagom ha sabido llevar a la actualidad con gran talento.
Santiago Rusiñol escribió l’Alegria que passa el 1897 y la publicó el 1899 en l’Avenç. Hace ya 125 años de su creación y, sin embargo, Dagoll Dagom ha sabido no solo convertir el texto en una obra atractiva para la actualidad, sino además darle una agilidad idónea para captar al público de todas las edades. La obra ha sido capaz de adaptarse a los nuevos tiempos gracias a su versatilidad y a su propuesta musical.
Con la idea de Anna Rosa Cisquella, Marc Rosich toma el mando en la dirección de esta obra llena de vitalidad, energía, agilidad y con un perfecto equilibrio entre interpretación, diálogo, canto, música y baile.
La obra narra la historia de un pueblo gris que se inquieta con la llegada de una compañía de artistas que tiene previsto actuar en el pabellón municipal. El escenario del Teatre Poliorama se convierte en dicho pabellón y el público queda atento a lo que va sucediendo, convirtiéndose incluso en el propio pueblo directamente interpelado. Se hace sencillo, desde un principio, entrar en el universo de la obra gracias a la actuación inicial –con el sello musical de Andreu Gallén y la buena propuesta de Ariadna Peya en la dirección coreográfica- y gracias especialmente a las interpretaciones. Los personajes tienen un espacio clave en cada momento y son interpretados de forma talentosa por cada uno de los actores y actrices que suben al escenario, de los que es necesario detenernos a hablar.
En el rol protagónico tenemos a la gran Àngels Gonyalons, quien vuelve a pisar el escenario con su presencia única y llena de fortaleza. Interpretando el rol de alcalde y a la vez el rol de clown, sabe ponerse en la piel de estos personajes totalmente contrapuestos y nos deja fascinados especialmente con aquella escena en la que interpreta a los dos de forma simultánea. Una escena para lucirse en la que la actriz lo borda.
A su lado, una compañía joven llena el escenario. En el papel del inconformista Nil, disfrutamos de Eloi Gómez, con gran talento interpretativo y musical. Eloi Gómez sabe adentrarnos en su mundo y en la historia gracias a la creación de un personaje caracterizado por la sinceridad, sin ninguna exageración ni ningún gesto fuera de lugar. Júlia Genís interpreta a Lina, un personaje que crece exponencialmente a lo largo de la obra y al que ella le sabe dar mucha personalidad. De Júlia cabe destacar la intensidad de su voz y su frescura en el escenario. Una actitud que estamos seguros de que le traerá muchos éxitos en su carrera.
Seguimos con Pau Oliver, que interpreta a Joan, hijo del alcalde. Joan es un chico lleno de sueños frustrados, que un día pensó que era posible salir del pueblo gris y cambiar su vida, pero que volvió con miedo a los brazos de su familia. Pau Oliver pone encima de la mesa aquellas emociones que nacen del dolor de sentir que la vida se escapa y lo hace con una interpretación que sabe llegar al público. En el rol de Zaira, la gran artista de la compañía ambulante, vemos a Mariona Castillo, que deslumbra en varias ocasiones gracias a su voz, a la puesta en escena y al vestuario perfectamente elegido para ella (confeccionado por Gustavo Adolfo Tarí).
Guillem Ripoll interpreta el personaje más rudo y violento, Puk, con una precisa capacidad de manipular. Guillem sabe ponerse muy bien en el papel y hacernos oscilar entre el dominio, el maltrato y las muestras de falso afecto. Además, Guillem Ripoll y Cisco Cruz aportan un plus musical a la obra, añadiendo las guitarras en directo. Guillem Fole y Pol Guimerà tienen un rol más secundario y centrado en el baile, pero su presencia es imprescindible. Ambos se lucen y destacan por su control del cuerpo y por su gran capacidad de expresión a través del movimiento. Son el claro ejemplo de que la intensidad también puede transmitirse sin necesidad de palabras.
Los miembros de la compañía se dejan la piel en el escenario, cantando, bailando, actuando y tocando instrumentos con una sutileza que deja boquiabierto. Sin duda este es un musical necesario, no solamente por la trama y la forma en la que la famosa y referente compañía ha sabido adaptarla a la actualidad, sino también por el gran talento que destilan todas las actrices y actores. Se nota el esfuerzo, se nota el trabajo y se nota su pasión por las Artes escénicas. Y también se nota el trabajo entre bambalinas de todos los participantes de este gran espectáculo, desde unas letras muy adecuadas hasta una coreografía llevada a la perfección pasando por muchos otros pequeños grandes detalles.
Como punto final, anotar que es posible comprar el libro de la obra, editado por Educaula62 y que dispone de una propuesta didáctica para trabajar con alumnado de la ESO y Bachillerato. Una muy buena oportunidad de acercar la consciencia social y la pasión por el Arte a los jóvenes.
Crítica realizada por Maria Sanmartí