Ópera de Tenerife presentó Manon de Jules Massenet, la segunda obra de esta temporada. El Auditorio de Tenerife acogió los días 21, 23 y 25 de noviembre esta propuesta cuya historia se desarrolla en la Francia del siglo XVIII y que fue protagonizada por la soprano Sabina Puértolas y el tenor Liparit Avetisyan en los papeles de Manon y Le chevalier des Grieux respectivamente.
Manon es la historia de una joven del mismo nombre que se dirige al convento por deseo expreso de sus padres, a quienes les disgusta su predilección por una vida placentera. En el camino conoce a Des Grieux, un joven estudiante y surge el amor entre ellos con una sola mirada. Es por ello que deciden huir a París, pero al poco tiempo Manon se da cuenta de que quiere más que solo vivir del amor y sucumbre a la oferta de una vida de lujos a cambio de ser amante de un señor rico. Esa decisión será el principio de un final trágico para ella.
Jules Massenet creó una Manon apasionante donde explora el amor y sus consecuencias, expresandolo a través de una partitura rica y emotiva. La ópera captura las complejidades de su personaje principal, y su viaje a través de la pasión, la tentación y la tragedia. La música crea una atmósfera que atrae al público y le lleva a través de la narrativa.
La mayoría de las interpretaciones vocales se ejecutaron con precisión y emoción, dando vida a los personajes y haciendo de la ópera una experiencia fascinante. El Coro de Ópera de Tenerife tuvo un papel importante en el éxito de las voces y como ya nos tienen acostumbrados, ofrecieron una interpretación poderosa, logrando transmitir las emociones que Massenet quiso plasmar en su partitura.
Lescaut, primo de Manon, fue interpretado por el barítono Luis Cansino. El personaje llega a ser verdugo a veces y salvador en otras. Dicha ambigüedad podría deberse a que quizás, ese afán por una vida de placeres y diversión podría ser un rasgo de la familia Lescaut. Cansino interpretó a la perfección la gran variedad de matices de su personaje, acompañándolo con su hermosa voz y esa versatilidad característica en él.
Los dos personajes protagonistas fueron interpretados como ya se apuntó por la soprano Sabina Puértolas y el tenor Liparit Avetisyan. Es de recibo decir que ambos ofrecieron una interpretación cautivadora. Juntos crearon un retrato armonioso y convincente de los altibajos del amor. La química existente entre Puértolas y Avetisyan fue completa y evidente, haciendo que sus dúos fueran particularmente apasionantes.
Puértolas tuvo momentos brillantes, especialmente en su interpretación de Obéissons quand leur voix appelle, donde supo otorgar al papel de la joven Manon de una audacia propia de alguien que no tiene miedo a nada. Todo ello lo transmitió la soprano con una voz potente y densa.
Por su parte, Avetisyan añadió una profundidad apasionada y resonante al personaje de Des Grieux, dándole la presencia suficiente para dar la réplica a una Manon arrolladora. En su interpretación de En fermant les yeux, el tenor estuvo magnífico, arrancando una ovación espontánea y bien merecida del público.
A la batuta estuvo el maestro Christopher Franklin, quien llevó de forma totalmente magistral a la Sinfónica de Tenerife en esta obra donde la partitura tiene un especial protagonismo y en la que de nuevo, los músicos supieron estar a la altura.
Acompañando a esta conjunción de talento, estuvieron Emilio Sagi y Daniel Bianco quienes nos ofrecieron una dirección de escena y un diseño de escenografía totalmente magníficos y exquisitos. Igualmente el diseño de vestuario a cargo de Pablo Núñez fue de lo mejor que se ha podido ver. Su vestido fucsia junto con la capa que llevaba Puértolas en Saint-Sulpice nos dejó a todos sin palabras.
Esta propuesta de Manon ha sido una experiencia contundente que ha impactado emocionalmente a su audiencia. La composición, junto con un reparto exquisito nos llevó a un viaje cautivador al mundo del amor, el deseo y en última instancia, el desamor.
Crítica realizada por Celia García