Próximo de Claudio Tolcachir ha regresado brevemente al Teatro de Barrio de Madrid. Durante siete únicas funciones Santi Marín y Lautaro Perotti volvieron a meterse en la piel de Elián y Pablo para desplegar ante nuestra vista un amor marcado por la distancia física, que imponen miles de kilómetros, y la distancia social de dos vidas que nada tienen en común.
El tema de la distancia en el amor es un clásico. Amantes que se ven separados por guerras, familias o clases sociales son una materia de la que se ha nutrido la ficción desde los tiempos de Penélope y Ulises. Pero las sociedades se desarrollan, y las largas epístolas amorosas hoy se ven sustituidas por videollamadas y redes sociales. La distancia se acorta en lo subjetivo aunque formalmente se mantiene.
Claudio Tolcachir partió de esta idea en Próximo pero añadiéndole una vuelta de tuerca adicional. Así, nos presenta a dos personajes viviendo en dos continentes diferentes, en dos husos horarios casi incompatibles y con dos vidas radicalmente opuestas. En España, Elián es un niño bien, de familia acomodada con grandes recursos e influencias. Un actor de televisión pretendidamente frívolo y superficial que esconde más debilidades de las que parece dispuesto a aceptar. En las antípodas literales, en Australia, encontramos a Pablo. Un emigrante argentino sin papeles y sin red de apoyo que malvive entre trabajos precarios, desarraigo y camas calientes. Un hombre sensible sin miedo a sus propias fragilidades que preserva la esperanza y el entusiasmo como motor de vida. Dos personajes separados por contextos y realidades aparentemente incompatibles que se comunican a través de videollamadas. Una premisa estática, como la de las cartas de amor que, sin embargo, Tolcachir convierte en una dramaturgia ágil, llena de movimiento y con capacidad para dar detalles más allá de lo evidente.
La dinámica escénica de Próximo es uno de los grandes aciertos del montaje. Los actores se mueven fluida y orgánicamente ocupando el mismo espacio, pero el espectador, de una forma sutil e intuitiva, puede ubicarlos en sus respectivos contextos, aunque solo les separen centímetros.
Mi único pesar en la dramaturgia es la voluntaria decisión de Tolcachir de no ahondar en la hostilidad que rodea a Pablo y en la soledad del emigrante. Pasa de puntillas sobre la denuncia social asomándose al horror muy tímidamente, y su retrato, aunque somero, es tan agudo que extraño algo más de acento en esa parte de la trama. No obstante, puedo entender los motivos, porque Próximo es sobre todo una historia de amor en el siglo XXI; una historia de amor aparentemente imposible.
En las interpretaciones, Santi Marín y Lautaro Perotti dan forma a la poesía dotando de una humanidad palpitante a ambos personajes. Destaco a Perotti particularmente por la sensibilidad de la que parte ya el retrato de Pablo. El actor logra despertarnos una empatía feroz desplegando un humor inquebrantable al que se agarra como un salvavidas y salpica de ternura su interpretación. Una sonrisa triste, un gesto medidamente agitado, todo lo que hace suma.
Próximo es una historia de puentes que salvan los abismos de la soledad. Una historia de amor en los tiempos del desarraigo. Una historia pequeña pero nada simple que alimenta la esperanza de lo posible en un escenario de improbabilidades.
Crítica realizada por Diana Rivera Miguel