El nuevo Espai Texas de Barcelona ha abierto oficialmente sus puertas programando la aclamada Austràlia. Un espectáculo que aborda temas como la maternidad y los vínculos familiares y que supuso el debut dramatúrgico del director de La Calòrica, Israel Solà, el cual agotó todas las entradas en su estreno en la Sala Flyhard.
Austràlia es una road trip que propone al público un gran dilema que, a día de hoy, aun da mucho que hablar: tener o no descendencia. ¿Es necesario tener hijos? ¿La decisión que tomamos es propia o viene impuesta por la sociedad? ¿Tener hijos es una experiencia magnífica? Si no queremos tenerlos, ¿es necesario justificarse continuamente y aguantar el qué dirán? Estas y multitud de otras preguntas relacionadas con la maternidad/paternidad sobrevolarán nuestras cabezas en un texto compacto y con un muy buen ritmo dramático.
Ester Cort, Meritxell Huertas y Carme Poll protagonizan esta obra que reflexiona sobre los vínculos familiares a partir de la historia de tres hermanas: Elena y Mercè, que viven en Barcelona, y Laia, residente en Australia. Las protagonistas se reencuentran cuando Laia le pide a Elena si le daría un óvulo para poder engendrar a un hijo con su marido (interpretado por el actor Brian Lehane). Elena, sin pensárselo mucho, accede al deseo de ser madre de su hermana Laia y, acompañada de la hermana mayor de la familia, Mercè, se embarca en un viaje a Australia que cambiará la vida de las tres.
Austràlia es un espectáculo lleno de diversas dosis de humor con un lenguaje muy directo y cinematográfico que, como indican, parte de una vivencia de una persona del equipo artístico y trata también sobre los miedos, presiones, deseos y frustraciones que genera la maternidad. En un mundo en el que el concepto familia está en continua evolución, Australia se plantea qué significa exactamente esta palabra: familia. ¿La familia viene dada o se puede elegir? ¿La familia es la sangre o es el vínculo?
Es cierto que el concepto de familia está evolucionando (por suerte) rápidamente. Antes, la palabra familia solo nos evocaba un significado e idea pre-establecida: hombre, mujer e hijo(s). Ahora, este concepto se desgrana en diferentes unidades familiares, y estas vienen dadas en múltiples y diversos formatos. Una evolución necesaria para una sociedad más igualitaria. Pero, si indago en lo que la obra me hace sentir, para mi, Austràlia se puede resumir con una sola palabra que nos ofrece un gran trasfondo: respeto. No solo hablo del respeto en pro de las decisiones que pueden tomar los demás sino, también, en relación al respeto personal y propio. A ser fiel a uno mismo/a y tus decisiones. A cómo eliges vivir tu vida.
Israel Solà dirige a este cuarteto fantástico en una obra que atrapa desde su inicio. La dirección, bien amarrada para poder marcar los altibajos que la obra demanda en la relación de estas tres hermanas y su cuñado (el cual, parece entender poco de lo que pasa), facilita una interpretación distendida y realística que hace que te olvides que estás en el teatro y que, tu mismo, desde la butaca, casi opines continuamente de lo que ocurre en escena como si fueras un miembro más de la familia (hazme caso, te va a pasar).
Junto al ritmo vertiginoso que Solà marca, el gran acierto de la obra es la verosimilitud de sus actrices principales, las cuales pueden recordarnos a la vida de algunos familiares cercanos, o incluso, a la nuestra propia. Ester Cort, Meritxell Huertas y Carme Poll presentan unos personajes complejos, cercanos y reales que nos dejan en silencio y sin palabras en multitud de ocasiones. Unos personajes tremendamente creíbles que, de a poco, iremos viendo evolucionar junto a la historia que nos explican para que, nosotros, como público, sigamos esta evolución como propia. Las actitudes en escena, todas bastante cercanas a la realidad -algunas bastante radicales-, ejemplifican a la perfección lo que todos/as nos planteamos al tener una cierta edad. Así, la totalidad del público podrá reconocerse en alguna de las hermanas, ya que cada historia por separado casi ejemplifica un tipo de vida a escoger.
Ester Cort, como Elena, nos presenta a la hermana pequeña, posiblemente, la más segura de si misma de las tres. Ella tiene muy claro cómo quiere vivir su vida pero parece que, realmente, en este viaje encontrará un trasfondo que rascar. Sentimiento puro cada vez que, como narradora, explica las situaciones que vivimos en escena.
Meritxell Huertas, como Mercè, la hermana mayor, es la hermana que más ha vivido de las tres (en lo que a temas personales se refiere). Probablemente, es la que lleva la mochila más pesada y la que más experiencia ha acumulado. Su instinto maternal abarca también a sus hermanas bajo sus alas y tiene claro que ninguna va a hacer daño a la otra. Su personaje, con gran humor catalán (como ella misma dice), pone el contrapunto hilarante a la obra, y se convierte en la distensión de los momentos más complicados de la familia. Huertas está fantástica en este tipo de papeles, por lo que es una apuesta segura.
Carme Poll, como la hermana mediana Laia, es un continuo descubrimiento. Parece que es la que más ha viajado, la más valiente de todas al dejar lo que tenía y marcharse a vivir a Australia con una mochila y pocos dólares. Laia esconde un anhelo que parece no querer dejar salir en un principio; su personalidad hermética hace que se esconda en su coraza en la que no deja entrar a nadie, ni siquiera a su marido y hermanas. Una overthinker de manual que al principio no comprendemos y que, gracias a la evolución del guión de Solà, puede que finalmente cambiemos nuestra perspectiva hacia ella. Poll nos ofrece un personaje lleno de capas, sentimientos, dudas, peleas internas consigo misma… Puede que sea el personaje más completo y sufrido de la obra, pero posiblemente el más gratificante por el viaje que realiza.
Por último, encontramos a Andy, el marido de Laia, interpretado por Brian Lehane. Un personaje que realmente no tiene demasiado recorrido en la obra pero que ayuda a situar al personaje en donde se sitúa la acción. Poco a poco, veremos a un hombre agradecido que siempre trata que todo vaya bien, aunque no entienda la mayoría de las cosas que pasan. La barrera idiomática con alguna de las hermanas es un problema y, con otras, para que no sepa y no sufra, le esconden cosas. Algo que hace que su personaje quede alejado de la historia constantemente y relegado a acompañarlas en contadas ocasiones como hombre florero. Aun así, Lehane presenta un personaje cariñoso y atento con el que empatizamos cada vez que aparece y no entiende nada de lo que ocurre.
En la parte técnica del espectáculo, me gustaría destacar la iluminación de Xavi Gardés, quien nos sitúa constantemente y cuya interesante forma de cambiar de escena me parece más que interesante. Por otro lado, destacar el diseño de escenografía y vestuario de Clàudia Vila que iniciamos con un espacio diáfano y solitario para que, con poco atrezo y unos fondos de fotografía (que obviamente, canalizan la profesión de Elena, nuestra protagonista), hace que viajemos por diferentes espacios de una forma sencilla y destacable.
Austràlia es una obra que nos hace pensar, plantearnos las típicas situaciones que todos tenemos cuando llegamos a los 30 o 40 años y, como no, aprender de los demás para hacernos mejor personas. Nunca sabes porqué está pasando un individuo y, asumir o juzgar situaciones ajenas a tu persona puede que no sea la mejor opción.
Crítica realizada por Norman Marsà