El Teatro del Raval de Barcelona ha estrenado un monólogo cómico y abstracto, titulado Ni Puta Gracia. Contrariamente a lo que sugiere el nombre, la temática central gira en torno a la muerte. En este monólogo, se nos brinda una performance llena de experiencias y anécdotas, con enfoque principal a la cultura de España.
Desde el comienzo de la función, el espectador queda atrapado en un monólogo inusual, donde la actriz interpretada por Anaïs Méndez rompe la cuarta pared, estableciendo un diálogo directo con el público de manera sorprendente. La noticia que nos presenta resulta impactante, aunque paradójicamente logre suscitar risas en el público, a pesar del título de la obra.
La trama se desarrolla con la presencia de una voz en off interpretado por Fran Puche quién controla a la protagonista, evitando que se desvíe de su camino y manteniendo la cohesión de la historia. En Ni Puta Gracia tanto el público del teatro como la actriz interpretada por Anaïs Méndez han fallecido, pero ambos desconocen porqué. A partir de entonces, él público acompaña a Anaïs a recibir el título honorífico como muerte de España, una premisa intrigante que promete un desarrollo interesante.
En lo que respecta a la dramaturgia de Anaïs Méndez, la obra utiliza de manera efectiva la técnica de romper la cuarta pared de forma continuada, involucrando al público en la narrativa. Sin embargo, a medida que avanza la función, encontramos cambios de temática bruscos a la vez que se integran elementos visuales como videos humorísticos que, aun enriquecer el humor del monologo, hacen que la narrativa se vuelva confusa.
En el lado positivo, la obra logra capturar ciertos elementos de la cultura española, reflejando «españoladas» que aquellos que han vivido en el país pueden comprender. Este aspecto permite al público reírse de su propia cultura y encontrar momentos de identificación.
En última instancia, Ni Puta Gracia no ha sido un monologo que haya disfrutado plenamente, ya que me sentí perdida ante los cambios abruptos de temática, el uso confuso de elementos visuales y la voz en off. En su intento por abordar un tema tan universal como la muerte con humor, podría beneficiarse de una mayor cohesión narrativa y una dirección más consistente para lograr su objetivo de entretener e involucrar plenamente a su audiencia.
No obstante, aplaudo a la actriz por su carisma y energía en la realización de este monólogo complejo y caótico, demostrando un esfuerzo notorio para llevar a cabo una producción desafiante. A pesar de todo esto, Anaïs y Fran nos hicieron pasar un buen rato.
Crítica realizada por Yadi Agurto