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30.10.2023 Críticas  
Fue culpa de la monotonía

El Gran Teatre del Liceu de Barcelona acoge el estreno europeo de Antony & Cleopatra de John Adams. Adams debuta en el podio del Teatre dirigiendo por primera vez su partitura. El compositor se pone al frente de la Orquesta del Gran Teatre del Liceu con un cast excepcional con Julia Bullock y Gerald Finley en los papeles protagonistas de Cleopatra y Antony.

El pasado 28 de octubre, el Gran Teatre del Liceu acogió el estreno europeo de la ópera Antony & Cleopatra, la nueva obra del compositor John Adams. El Liceu participa de este encargo y coproducción, con el sello de la reconocida directora Elkhanah Pulitzer, junto con la San Francisco Opera y la Metropolitan Opera New York.

Tomando los dos temas principales de la obra de Shakespeare (1906) -un drama amoroso entre dos adultos complejos y una historia militar que cambió el mundo-, Adams construye, con la colaboración de la directora de escena Elkhanah Pulitzer y la dramaturgia de Lucia Schecknerde, una ópera con lecturas metafóricas que nos habla de la sed de poder y la fuerza irracional de las pasiones.

William Shakespeare articula dos tramas muy diferentes aunque íntimamente relacionadas: por un lado, está la historia de amor de la pareja protagonista, que acaba de forma nefasta, y por otra es un drama político que gira en torno al nacimiento del imperio romano, con la concentración del poder absoluto en manos del joven Octavio Augusto tras la derrota del general rebelde Marco Antonio y la conquista de Egipto tras la muerte de Cleopatra, la última reina.

Aun así, Adams nos presenta una acción algo más rica de lo esperado, puesto que, aunque la ópera tiene lugar en su verdadero tiempo, alrededor del año 30 aC, para el público parece ambientada en la época de oro Hollywoodiense. A su vez, en lo que a la historia se refiere y la riqueza literaria de esta, nos presenta unos personajes algo más interesantes. Por una parte, nos presenta a un César, un ególatra mesiánico, que se cree elegido por un poder superior para mejorar un mundo que no funciona. Mientras que, en la parte de la historia de amor de Antonio y Cleopatra, Adams se aleja del cliché romántico para mostrarnos las partes oscuras de una relación sumamente compleja.

Aun así, esta nueva ópera de John Adams nos deja con ganas de una explosión teatral que en ningún momento conseguimos disfrutar. Aunque técnicamente la obra es excelsa, musicalmente la primera parte se distancia de la lírica explícita, con un ritmo muy monótono y ofreciendo la partitura como un mero acompañamiento a unas escenas que nos recuerdan más a una banda sonora original de una película que a una ópera. En la segunda parte, parece que Adams se mete un poco más en el estilo lírico y la partitura comienza a tener pinceladas del género pero, aun así, esta no acaba de despegar y no nos ofrece momentos memorables que nos hagan recordar la ópera días tras el estreno. La ópera torna monótona y letárgica.

Como indicaba anteriormente, la parte técnica destaca gratamente en la ópera. El vestuario de Constance Hoffman es una absoluta maravilla. No solo lo que Cleopatra luce (que nos recuerda a las películas clásicas del Hollywood de los años 30-40), sino todo el elenco en sí de artistas principales, secundarios y coro nos ofrecen unas vestimentas impecables que nos ayudan a situar la acción.

Por otro lado, la escenografía de Mimi Lien es portentosa. Gracias a ella, nuestras miradas siguen enfocadas en la ópera y no nos permite escapar de ella. Si bien es cierto que algunos cambios son un algo lentos debido a la complexidad (dejando en negro el escenario unos 5 segundos), vale la pena esperar para llegar a la sorpresa.

La iluminación de David Finn es cándida y mágica en las arenas de Egipto y, dura y fría cuando las reuniones entre Cesar y Antony toman la escena. Por último, destacar las proyecciones de vídeo de Bill Morrison, que nos muestran un poco más de lo que ocurre fuera de la escena y en el imaginario de Antony cuando piensa en Cleopatra.

En la parte del elenco principal, destacar el trabajo de sus protagonistas, Julia Bullock (quién estrena en el Liceo este personaje) que nos presenta a una Cleopatra dura por fuera pero frágil y dubitativa en su interior. Ella, como una reina fuerte, se hace respetar pero las dudas internas en relación a Antony y sus juegos con Cesar le hacen desconfiar. La soprano nos ofrece una interpretación cuidada y una vocalización impecable. Junto a ella, disfrutamos de Gerald Finley como un perfecto Antony. Seguro de si mismo, vocal y actoralmente, nos ofrece una interpretación irreprochable. Aunque en algunos momentos, su interpretación pareció algo exagerada, rápidamente se corrigió llegando a entregar una interpretación más veraz y orgánica.

Junto a ellos, en la noche del estreno destacó Alfred Walker como Enobarbus. El bajo barítono nos ofreció una depurada actuación vocal y una admirable presencia escénica. Fue uno de los más aplaudidos de la noche. La mezzosoprano Adriana Bignagni Lesca nos entregó una perfecta Charmian. Como consejera de Cleopatra, Bignagni nos entregó una actuación intachable que nos dejó con ganas de más. Por último, el tenor Paul Appleby fue el encargado de entregar a un dictador implacable y vengativo en el papel de Cesar. Su actuación fue terroríficamente impecable, aunque su proyección vocal, deficiente en algunas partes de la ópera, nos dio problemas para disfrutarle como se merecía.

En definitiva, Antony & Cleopatra de John Adams se convierte en una ópera de nueva creación que no acaba de llegar bien al público. Una opera bien entregada por sus interpretes pero que, de base, no emociona al respetable.

Crítica realizada por Norman Marsà

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