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30.10.2023 Críticas  
Por qué a mi

La Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid ha estrenado Pequeño cúmulo de abismos, dirigida por Cris Blanco, donde la propia directora nos propone una autociencia-ficción en la que el tiempo se pliega, se despliega, y se repite, como una meta versión de si misma.

Cris Blanco nos da la bienvenida a su nuevo montaje, en el que quiere hablarnos de los tres pilares de su familia: su tía, su hermana, y su abuela; un homenaje a esas mujeres que la hicieron madrileña, y que desde la cocina, la peluquería de Malasaña o la fábrica de pijamas, cimentaron su vida y forjaron sus recuerdos. Rocío Bello es la funcionaria del Centro Dramático que le asiste en la prueba de luces del espectáculo, y junto a la que descubrirá ese agujero que surge en la pared centenaria de la Sala de la Princesa del María Guerrero.

Pequeño cúmulo de abismos, con dramaturgia de Rocío Bello, Cris Blanco, Óscar Bueno y Anto Rodríguez; iluminación de Miguel Ruz Velasco y escenografía de Pablo Chaves, son ellos mismos un cúmulo de abismados al Centro Dramático Nacional, en este principio de temporada en el que creadores del Off ocupan un espacio en teatros públicos, abriendo temporadas, en lo que podría llegar a ser toda una serie de declaraciones de intenciones por parte de sus directores y programadores. Los Grumelot en la Sala Principal del Teatro Español, por ejemplo, y este proyecto de Cris Blanco son pequeños milagros programados, que no es que solo merezcan conquistar otros espacios, sino que saben llenarlos sin grandes alharacas ni despliegues escénicos, apoyados en toda una trayectoria magnífica y un público fiel y orgulloso que les sigue haya donde les programen.

No salí maravillado de este juguete cómico de Cris Blanco, una vez más, las expectativas (menudo inicio de temporada llevo). Me interesa lo que me cuenta de sus mujeres, y hasta cómo me lo cuenta, por momentos, con ese discurso dubitativo que casi apela a la impro, pudiendo atisbar esas perlas de la familia con la tia marilynesca, la hermana perdida, o el padre alemán ausente. Tras asimilar el texto recuerdo imágenes, y me asalta con gran poder esa narración que dentro de su sencillez hoy lo siento tremendamente evocador.

La funcionaria de Rocío Bello es una risión, y ella está fantástica, condensando toda la tradición de secundarias del cine de los 80 y 90 de Almodóvar. Íñigo Rodríguez-Claro, director del CDN, corporativo, buen rollero, campechano, jugando a homenajear al clown. Oihana Altube, la segurata bailarina que tiene que presentar parte y que solo puede explicar lo que ha visto a través del cuerpo; otra disciplina más de las artes escénicas presente en el montaje: la danza.

Pequeño cúmulo de abismos me comenzó a interesar tarde, y cuando ya me tenía agarrado, termina. El secreto se desvela tarde, se dilata quizás de más, y de repente, acaba. Me gusta que esté programado y lo que cuenta, y desde dónde lo cuenta, pero para eso ya lo han dicho, y muy bien dicho, Marta García Miranda y Pablo Caruana, que de esto saben mucho más y lo expresan todo mucho mejor.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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