El céntrico Teatro Bellas Artes de Madrid ha estrenado Animales de compañía, una comedia de Estel Solé dirigida por Fele Martínez que combina comedia y entretenimiento. Una propuesta fresca y ágil que hace las delicias de un público que acude para pasar un rato agradable y olvidarse de los problemas de lo cotidiano.
Nos queda bastante claro que el teatro puede cumplir multitud de funciones, todas ellas tienen cabida en la amplia cartelera madrileña sin que unas sean incompatibles con otras. Es un verdadero placer encontrase un teatro lleno; más en la capital con la grandísima competencia que hay repartida por toda la ciudad. Por un lado de conocidos musicales, a cual más espectacular; por otro lado de cómicos de todo tipo y, por qué no, también hay espectáculos dispuestos a diseccionar y analizar la sociedad del momento que nos ha tocado vivir.
Pues bien, en este fascinante mundo de las distracciones tenemos el antídoto para el aburrimiento de la cotidianidad: Animales de compañía. Una comedia amable y sin grandes pretensiones que llega muy fácilmente a los espectadores y espectadoras buscando eso tan obvio, y tan complicado, que es el mero entretenimiento para desengrasar un poco de vez en cuando.
Esta obra de teatro cuenta la historia de un grupo de amigos y amigas que organiza una cena sorpresa para recibir a Belén, quien ha sido dada de alta de un hospital psiquiátrico donde ha permanecido interna durante varias semanas. La historia transcurre en una misma noche, durante esa cena, mientras todos deciden simular una realidad inexistente para proteger a la recién llegada. Las mentiras y la necesidad de inventar historias dominan la vida de estos personajes, un grupo de amigos aparentemente perfectos que ponen en duda el valor de la amistad y de la sinceridad.
Animales de compañía no tendría el mismo resultado sin su elenco. Cinco actores y actrices que se entregan y se compenetran, que saben explotar sus virtudes y que nos regalan un buen repertorio de gestos y muecas. Carmen Ruiz, Jorge Suquet, Mónica Regueiro, Iñaki Ardanaz y Laura Galán desprenden química y complicidad con sus personajes muy bien construidos. En su inicio, Animales de compañía tiene momentos más flojos de agudeza, con un humor bastante ligero que poco a poco va mejorando con pequeñas cápsulas que dotan de un ritmo efectista a esta propuesta.
La puesta en escena de este espectáculo es precisa y eficaz. Me gustan especialmente las transiciones y los fundidos a negro entre las escenas, y el acertado uso de la música y de la iluminación. Mónica Boromello, responsable de la escenografía, ha recreado el salón de la casa donde vive Belén. Una única habitación dentro de la que transcurre toda la obra. Destacar también el diseño de luces de Rodrigo Ortega y la acertada música de Sergio Sánchez Bou.
En definitiva, no se puede negar que la función se ve con bastante agrado y que el ritmo de este tipo de comedias funciona a la perfección. Animales de compañía es entretenimiento puro y duro.
Crítica realizada por Patricia Moreno