La Sala Beckett de Barcelona se llena estos días con público que quiere ver por primera vez o revisitar la obra del escritor José Sanchís Sinisterra, gracias al ciclo Otoño Sanchís que la sala arrancó el pasado septiembre. El lector por horas es uno de los montajes que se incluye en este ciclo, que fue estrenado originalmente en el año 99 en el TNC.
El poder de la palabra y la teoría sobre la estética de la recepción son la base sobre la que se construye esta historia de Sanchís Sinisterra. Arranca con la premisa de apartar emoción y sentimiento sobre las lecturas que realiza Ismael, un hombre que acaba de contratar Celso para su hija invidente Lorena. Pero a través de la selección de las novelas y el clima que se engendra durante las sesiones de lectura la historia gira 180º y pone la vida de los tres personajes patas arriba.
Carles Alfaro se ha hecho un fantástico «yo me lo guiso, yo me lo como» (aunque sabemos que siempre es un trabajo en equipo) en este proyecto haciéndose cargo, no solo de la dirección teatral, que me parece magnífica, sino trabajando junto a Luis Crespo en el espacio escénico y, además, diseñando la iluminación. El resultado es excelente gracias a la atmósfera conseguida de principio a fin para recrear las dobles sensaciones que se viven durante el transcurso de la función: el mundo de oscuridad en el que vive la protagonista y la agitación psicológica que sufren sus personajes. Y el sello de Francesc Isern completa el trabajo con proyecciones borrosas y abstractas como telón de fondo.
Claro está que el peso más grande para conseguir ese estado que, aunque se percibe desde el principio va ‘in crescendo’ a medida que transcurren los minutos, recae sobre los tres actores. Personalmente me atrevo a decir que están completamente acertados en su interpretación. Toda esa atmósfera que decíamos que imbuye al espectador se consigue con momentos altamente dramáticos, pero sin llegar al histrionismo. En este caso, Pep Cruz, Pere Ponce y Mar Ulldemolins realizan una exquisita labor actoral (y que, acertadamente, ya me esperaba). Quizá llama especialmente nuestra atención Pere Ponce, como Ismael, por las características de su papel. Pero alguna de las escenas entre Cruz (Celso) y Ulldemolins (Lorena) revelan tanta energía que se puede respirar la tensión en el ambiente.
La guinda la pone Ulldemolins, regalándonos las composiciones de Joan Cerveró al piano. La música en directo en una función de teatro es siempre un plus y aquí, además, aparte de acompañar sirve de vehículo a la protagonista para mostrar su emoción.
La historia de Sanchís Sinisterra ya tiene un gran atractivo de por sí, pero creo que el trabajo elaborado por Alfaro y compañía es de una factura impecable y yo que me alegro. No había empezado la temporada con buen pie y el viernes pasado me pude resarcir con El lector por horas gracias a la Sala Beckett.
Crítica realizada por Diana Limones