Esther F. Carrodeguas ha concebido este IRIBARNE, escrito en el marco del programa Cruces de Camino Escena Norte, de la Residencia Mariñán y de la Residencia de escritura de la Sala Beckett 2023, y que estrena en la sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán de Madrid.
En la sinopsis de IRIBARNE se hace hincapié en que esto no es un biopic de Fraga, por ser inabarcable su biografía, y aunque este montaje se va hasta las tres horas y cuarto (con descanso incluido). Desde su nacimiento en 1922 hasta su muerte en 2012, por IRIBARNE van pasando Xurxo Cortázar, Jorge de Arcos, Esther F. Carrodeguas, Mónica García, Anxo Outumuro y Lidia Veiga como Fraga, como su madre, como Paquita, o como el Rey Emérito; un recorrido por las secuelas de la Guerra Civil, la Dictadura, la «so called» Transición, y casi hasta la actualidad, ya que la sombra del legado de Fraga es muy alargada.
Xavier Castiñeira dirige el texto de Esther F. Carrodeguas desde el histrionismo y la caricatura, aunque el intento de irreverencia vaya perdiendo fuelle a lo largo de los 180 minutos de representación. Si lo que yo suponía una mirada mordaz y sarcástica sobre la biografía de un personaje y la radiografía del país España, como asi lo hicieron Alfonso El Africano y la Breve historia del ferrocarril; IRIBARNE va tornándose un homenaje a la figura de Manuel Fraga Iribarne, separando al hombre de su obra, siendo esta la firma de penas de muerte, legislación censora o creación de partidos de derecha con proclamas anti-feministas y contrarias al movimiento LGBTIQ+.
En un momento vital personal en el que la equidistancia me dispara todas las alarmas y es toda una red flag, IRIBARNE me las dispara cuando hacia el tramo final el discurso se dirige a que no es franquista quien ha trabajado a las órdenes del dictador, ni se debe señalar como fascista a un franquista, porque el franquismo fue «otra cosa». Personas sometidas a los tiempos que les ha tocado vivir, a los que llamaremos supervivientes cayesen en el lado que cayesen de la historia (y lograsen llegar vivos a la actualidad). IRIBARNE fue él, y sus circunstancias, y su legado es igual de loable que las proclamas de justicia por Enrique Ruano.
Quizás todo ese viraje en el discurso de IRIBARNE sea un golpe de efecto de Esther F. Carrodeguas poniéndonos frente a la desmemoria que la Ley de Amnistía de 1977 impuso en el país, porque momentos antes de ella misma pasar a encarnar al Emperador IRIBARNE, se repite una y otra vez «olvidad, olvidad», pero ese guiño lo termino recibiendo sin complicidad y abrazando la grandeza de un personaje con una trayectoria vital lamentable y cruel. Me ocurrió lo mismo con ese aplauso final dedicado a una feminista TERF, en un montaje sobre memoria histórica, por lo que se me tironeó de orejas porque no se puede tirar por tierra una trayectoria por un detalle como negar derechos humanos a alguien, un/a grande siempre lo será, etcétera.
Reconozco el esfuerzo de un montaje tan extenuante como este en el que todos los personajes están bien arriba, como la entonación del texto; me resultan divertidos los interludios musicales, aunque el público en mi función no supiese cómo encajarlos, y conocer ciertos apuntes históricos curiosos me hicieron ir a consultarlos en Google tan pronto salí (de noche) de la sala, pero además de no haber cumplido mis expectativas (mi problema, ya se), el discurso me llega tibio, conciliador, comprensivo y empático, y yo, con la/s derecha/s, no estoy para esto.
Crítica realizada por Ismael Lomana