El Espacio Ibercaja Delicias de Madrid presenta School of Rock, un espectáculo basado en la mítica película del año 2003 protagonizada por Jack Black que cuenta con las canciones de Andrew Lloyd Webber y Glenn Slater y libreto de Julian Fellowes.
School of Rock cuenta la historia de Dewey Finn, un apasionado del rock que, frustrado por haber sido despedido de su propia banda, decide aceptar un trabajo haciéndose pasar por el profesor sustituto de una prestigiosa escuela. Allí, con su peculiar y gamberra personalidad, consigue convertir a una clase de niños sobresalientes en una alucinante banda de rock que interpreta y compone sus propios temas.
El musical está basado en la aclamada película de la Paramount Movies dirigida por Mike White y protagonizada por Jack Black, la cual este 2023 celebra su veinte aniversario. Una película que, tras su estreno, se mantuvo durante diez años como el film musical más visto en la historia, con récords en taquilla.
Ahora, la productora LetsGo apuesta por llevar esta fiesta sobre el escenario del Espacio Ibercaja Delicias de Madrid para hacer vibrar a nuevas generaciones de niños y niñas con una historia que nos hizo divertir a sus padres.
Aunque el papel protagonista de Dewey Finn lo ostenta Leo Rivera, el día que acudimos a disfrutar del musical lo presentaba Iván Cózar. Iván, como bestia ostentosa de la escena, no deja títere con cabeza ni recoveco en el que pinchar para presentarnos a un Dewey sublime. Si bien es cierto que su parecido con Jack Black es casi exhaustivo (corporalmente, en la forma de expresarse, moverse y hablar), Cózar nos presenta a un gamberro desenfadado y por momentos hipócrita que se convierte en una delicia. Su inicio es duro, ya que el musical es algo lento en sus inicios y tantos momentos de presentación de personajes e historia hacen que la primera parte se vuelva un poco tediosa, pero cuando Cózar tiene ya puesta la quinta marcha, todo lo que pasa en escena es una fiesta loca del estilo resacón en las vegas sin fin. Cózar lleva a su Dewey a un nivel máximo de camaderia, amorosidad y mala baba en algunos momentos cuando, como siempre, trata de llevar sus planes a fin. Así, con Cózar nos sentimos a un Dewey muy cercano, en ocasiones con una chulería divina (necesaria para la interpretación) y con una travesía de cambio personal muy destacable.
Pero, si bien es cierto que el protagonista del musical es Dewey Finn, en escena, todos los ojos e ilusiones del público se posan sobre su co-protagonista: la directora de la escuela para jóvenes talentos Rosalie Mullins; interpretada por Julia Möller. Ella arrasa con quien esté sobre el escenario en ese momento. Su magnetismo, su presencia, su perfecta colocación y virtuosismo vocal hace que cada vez que aparece, nuestros ojos se vayan con ella. El momento en el que ella misma se sincera en el bar musical es, para mi, de los mejores momentos del espectáculo. ¡Brava!
Junto a ellos, destacar la escasa presencia por guión de Nacho Redondo como Ned Schneebly y su partener Teresa Ferrer como Patty Di Marco. Ambos nos ofrecen unas actuaciones de altura para sus personajes. Nacho nos presenta a un Ned serio, comprometido y leal; un joven personaje que intenta iniciar una época adulta guiado por su prometida Patty. Ned permite a su amigo Dewey que ocupe una habitación de su casa a cambio de seguir sintiendo esa nostalgia rockera que se respira en el ambiente y que su prometida trata de erradicar. Es muy agradecido ver cómo el personaje cambia cuando Patty no está al acecho cerca. Por su parte, Teresa Ferrer como Patty Di Marco es una joven sargento que trata de crearse una vida perfecta junto a su prometido pero que, continuamente, ve frustrada por el amigo de este. Su novio, como polilla que va hacia la luz, añora esos años jóvenes y dorados en los que disfrutaba sin preocupaciones y no duda en dejarse llevar. Algo que la remueve por dentro y que, en continuas ocasiones, tratará de erradicar.
Junto a ellos, disfrutamos también del elenco que interpreta al panel de profesores de la academia (y en ocasiones, a algunos de los padres de algunos alumnos) que, en dicha ocasión fueron: David Pérez Bayona, Germán Torres, Óscar Hernández, Chemari Bello, Roger Borrull, Marc Parejo, Karmele Aranburu, Sonia Gascón, Marta Arteta y Nuria Pérez.
Pero si alguien tiene el rol protagonista en esta obra, son los 13 niños/as que interpretan a los estudiantes de la academia. En esta ocasión, disfrutamos de Marta de Toro, Manu Fernández, Cloe Martínez, Guillermo Moreno, Axel Gaona, Otilia Domínguez, Carlota López-Vilariño, Alana Crowley, Bruno España, Juan Diego Álvarez, Mariana Rincón, David Hernández Navarro y Carmen Alcalá. Aunque algunos de ellos los hemos visto anteriormente en otros montajes de la capital (Charlie y la fábrica de chocolate, Billy Elliot, Matilda, etc…), no dejamos de sorprendernos cómo, con esa prematura edad, pisan con tanta seguridad un escenario como el Ibercaja Delicias. Acabamos bebiendo los vientos por Marta de Toro como la controladora Summer Hathaway, la estupenda Cloe Martínez y sus caras de resting-b*tch como Katie Travis (quien, a su vez, toca el bajo en directo) o Otilia Domínguez como Tomika Spencer-Williams quien nos deja con la boca abierta cuando, por fin, su personaje dar un paso adelante y expresarse.
En la parte técnica me gustaría destacar la traducción del libreto y de las canciones que corren a cargo de Zenón Recalde y el espectacular diseño de iluminación de Valerio Tiberi y Emmanuel Agliati que, junto a la escenografía creada por Jorge Ferrari (con Liliana Díez como escenógrafa delegada), nos presentan un producto de calidad que nos hace saltar de la silla en la última actuación.
De nuevo, la productora LetsGo promueve la creación de espectáculos familiares en los que los niños y niñas están muy presentes y participativos en ellos. Es una delicia disfrutar de un espectáculo tan cuidado y que rememora una de las películas más taquilleras de nuestra adolescencia. ¡Que el rock siga sonando bien fuerte en el Espacio Delicias!
Crítica realizada por Norman Marsà