Chicago, el musical de Broadway por excelencia, pisa de nuevo Madrid. El renovado Teatro Apolo abre sus puertas para demostrar que los clásicos siguen siendo excitantes y excelentes. Escrita por Fred Ebb y Bob Fosse, con música de John Kander y letras de Fred Ebb, Chicago nos cuenta una excitante historia sobre avaricia y asesinato en el mundo del espectáculo.
La productora teatral SOM Produce ha sido la encargada de recuperar este éxito del musical, cuya producción original de Broadway, acaba de celebrar su 25 aniversario en escena, para devolverlo a los teatros españoles; lugar donde ha cosechado grandes éxitos con anteriores producciones.
Ambientada en medio de la extravagante decadencia de los años 20, Chicago cuenta la historia de Roxie Hart (interpretada por Silvia Álvarez), ama de casa y bailarina de un club nocturno, que asesina con malicia a su amante cuando él amenaza con abandonarla. Desesperada por evitar la condena, Roxie engaña al público, a los medios de comunicación y a su compañera de celda y rival, Velma Kelly (interpretada por Ela Ruiz); y contrata al abogado más habilidoso de la ciudad de Chicago, Billy Flynn (interpretado por Ivan Labanda). Este famoso abogado convertirá su crimen en una cortina de humo de titulares sensacionalistas del estilo de los que se pueden leer hoy en las revistas periódicos de escándalos.
Protagonizada por 24 actores-cantantes-bailarines, esta historia universal de fama y fortuna sigue enganchando a la silla al público asistente por su historia, sus coreografías, su partitura y sus cuidadas y afinadas interpretaciones. En la producción que nos ocupa, hemos de destacar que todos, actores y actrices principales y bailarines y secundarios están espléndidos sin excepción. Es esplendido poder disfrutar de un montaje tan bien cuidado y realizado al milímetro para deslumbrar al respetable.
Sus dos protagonistas, Silvia Álvarez (quien interpreta a Roxie Hart) y Ela Ruiz (quien interpreta a Velma Kelly), son el primer gran acierto de la producción. Silvia Álvarez es un torbellino en escena. Su pisada segura y su falsa inocencia en Roxie hace que nos enamoremos rápidamente del personaje. La evolución del personaje es palpable y, sobretodo, disfrutable. Por su parte, Ela Ruiz nos presenta una Velma Kelly distinta a lo que estamos acostumbrados y es algo que agradecemos. Su Velma es altiva y vengativa, deja claro que es lo que quiere y no va a dejar pasar la oportunidad de pisar a quien sea para conseguirlo. Aun así, cuando Roxie aparece y le quita el foco, Ela Ruiz juega muy bien las cartas de Velma y lleva a su personaje al límite. Ambos personajes luchan por conseguir que el foco de la fama las ilumine y, sobre el escenario, ambas consiguen el efecto ping-pong que se busca en el público.
Junto a ellas, Ivan Labanda como Billy Flynn es todo un acierto. Su personaje es el foco que todas quieren tener cerca. Él es el que da luz y verosimilitud a sus patéticas historias; sin él no son nada y Billy lo sabe. Ivan Labanda aprieta constantemente las tuercas de su personaje para acercarnos a un Billy que, en apariencia es cándido y legal pero que, bajo ese traje de abogado, encontramos una persona que se mueve por interés. Esta dualidad que Labanda consigue dejar entrever cuando él quiere, es lo que hace que su personaje sea tan interesante para el público. Incluso, en ocasiones, consigue eclipsar a las propias protagonistas en escena.
Casi finalizando el elenco protagonista, tenemos a Inma Cuevas como Mama Morton y a Alejandro Vera como Amos Hart. Ambos, grandes aciertos para sus personajes. Inma Cuevas sabe dar esa profundidad de mafiosa dueña de la cárcel que Mama Morton necesita exultar; pero sin llegar a convertirse en la «matona» de la prisión. Sí, ella es la reina, la que mueve el cotarro, pero sin las chicas ella no es nadie. Su poder es la influencia en los demás y, efectivamente, como a casi todos, la mueve el dinero. Por su parte, Alejandro Vera como Amos Hart es el personaje más dejado de lado de la función. No porque no sea importante, que lo es, ya que es el catalizador que nos ayuda a ver cómo son realmente los demás personajes; sino porque Vera nos presenta un Amos real, cumplidor y amoroso pero a la vez necio, manipulable y transparente como el celofán. Él lo sabe y lo asume pero el público no puede más que volcarse con él y sentir pena. Vera extiende por todo el teatro este aura perfecta para Amos y, realmente, solo queremos abrazarle y comprenderle. Un gran trabajo empático para con el público.
Y por último, en lo que los personajes principales se refiere, destacar un personaje que merece, no un párrafo para si mismo, no; sino una ovación en pie por lo que crea en escena. Albert Bolea como Mary Sunshine es una de las piedras angulares del show. Su trabajo de interpretación del personaje es tan exhaustivo que merece una alabanza. Cómo se mueve, cómo agudiza y cambia su voz para engañar al público, cómo canta esos registros líricos sin aparente dificultad… ¡Bravo!
Junto a ellos, destacar el magnífico trabajo que realiza el elenco al completo en el que encontramos a Teresa Abarca, Álvaro Cuenca, Diana Girbau, Briel González, Mario Hornero, Valeria Jones, Sara Martín, Paula Miessa, Gerard Mínguez, Graciela Monterde, Jose Montero, Esteban Provenzano y Marc Sol. Es un gusto verles bailar las míticas coreografías de Bob Fosse con tanta delicadez y elegancia.
Por último, mención especial merece la orquesta capitaneada por Andreu Gallén, la cual podemos disfrutar a la vista durante toda la función al estar integrados en la perfecta escenografía diseñada por John Lee Beatty.
De nuevo, Chicago ha llegado a nuestro país para rendir homenaje al musical clásico. Una celebración donde cándidas asesinas, abogados de poca monta y periodistas influenciables nos acercan a una perfecta y excitante historia sobre avaricia y asesinato ubicada en el Chicago de los años 20. Pero no se preocupen; todo esto, no es más que Jazz.
Crítica realizada por Norman Marsà