El Auditorio de Tenerife celebró los días 29 y 30 de septiembre su vigésimo aniversario con un concierto en el que conmemoró el concierto inaugural de 2003. El evento se compuso de dos partes, la pieza Fanfarria real, de Krzysztof Penderecki y Misa de réquiem de Giuseppe Verdi, contando con unos invitados de lujo.
Para el evento, a los ya habituales Orquesta Sinfónica de Tenerife, con el director musical Víctor Pablo Pérez y el Coro Ópera de Tenerife, se unieron el Coro de la Comunidad de Madrid con la dirección de Josep Vila i Casañas. Además contaron con las voces de la soprano Krassimira Stoyanova, el tenor Airam Hernández, la mezzosoprano Olesya Petrova y el bajo Alessio Cacciamani.
La velada arrancó con Fanfarria real, obra que se encargó ex profeso para la ocasión al ya fallecido compositor polaco Krzysztof Penderecki. La interpretación corrió a cargo del maestro Víctor Pablo Pérez y de la Sinfónica de Tenerife.
Esta composición de Penderecki es una obra audaz y majestuosa y la Sinfónica, bajo la siempre experta dirección de Víctor Pablo Pérez, le hizo justicia. La orquesta ofreció una interpretación potente. La ya extensa colaboración de la Orquesta Sinfónica con el maestro se hizo evidente ya que lograron transmitir la esencia de la composición de Penderecki.
La pieza central del programa fue la Misa de Réquiem de Giuseppe Verdi, interpretada de nuevo bajo la batuta del director Víctor Pablo Pérez junto a la Sinfónica de Tenerife. En esta extensa parte se unieron todo el conjunto de voces. Sin lugar a dudas esta interpretación de la obra maestra de Verdi fue nada menos que magnífica.
La soprano Krassimira Stoyanova, con una voz que simplemente enamoró al público, se elevó sin esfuerzo a través de los pasajes vocales, algunos de ellos de elevada exigencia. Hizo gala de una voz llena de emoción y poder, capturando la esencia de los profundos temas del réquiem. Por su parte, el tenor Airam Hernández fue igualmente impresionante, ofreciendo una interpretación conmovedora y dramática que añadió profundidad a la composición.
La voz de la mezzosoprano Olesya Petrova ofreció un contraste hermoso y resonante, sabiendo mezclarse perfectamente con el conjunto y destacándose en los momentos con Stoyanova, donde ambas crearon una armonía de bellos matices. El bajo Alessio Cacciamani fue imponente, basando su interpretación en tonos profundos y autoritarios.
La colaboración entre el Coro Ópera de Tenerife y el Coro de la Comunidad de Madrid fue impecable, creando una fuerza coral angelical o atronadora según era necesario. Las voces colectivas de los coros llenaron el lugar en los momentos álgidos, creando un ambiente emocionante y conmovedor.
La interpretación del maestro Víctor Pablo Pérez fue magistral. Su dominio de la orquesta y el coro aseguró un equilibrio perfecto entre solistas y conjunto, permitiendo que la música respirara y fluyera en todos sus estados.
Sin duda esta conmemoración de los veinte años del Auditorio de Tenerife fue un triunfo absoluto. Fue una noche de música sublime e intensidad emocional y un testimonio del talento y la dedicación de todos los que lo componen. Caló tan profundamente en el público, que este no tardó en ponerse en pie y ofrecer una larga ovación tanto a músicos como a cantantes.
Crónica realizada por Celia García