La productora Nostromo Live vuelve a la carga presentando su nuevo musical en la ciudad de Barcelona. The Producers inicia la temporada 23/24 del Teatre Tívoli Barcelona con un musical lleno de luces, color y algo de mala baba. Un espectáculo atípico que conserva, eso sí, la esencia del leimotiv de la productora: la recuperación de piezas icónicas del teatro musical.
The Producers, el musical de Mel Brooks, cuenta la historia de Max Bialystock (Armando Pita), un productor de Broadway que está arruinado y que, junto a un joven contable, de nombre Leo Bloom (Ricky Mata), sueñan con hacerse ricos. Juntos idearán un plan sorprendente para conseguir su objetivo: deben producir el mayor fracaso de la historia del teatro musical y huir con el dinero de los inversores. Para ello, primero tendrán que encontrar el peor guión, el peor equipo de dirección, los peores actores y estrenar un espectáculo del todo desastroso. Con este arriesgado show, Mel Brooks nos ofrece una comedia está llena de situaciones inverosímiles, personajes encantadores y espectaculares números musicales que han marcado la historia del teatro.
Para llevar este complicado musical acabo, Nostromo Live recupera la fórmula que tantos éxitos les está dando. Al igual que con sus anteriores musicales (Cantando bajo la lluvia y La Jaula de las Locas), el equipo directivo de The Producers vuelve a estar integrado por Àngel Llàcer y Enric Cambray -al frente de la dirección escénica-, Manu Guix y Gerard Alonso -al frente de la dirección musical- y, como no podía ser de otra manera, Miryam Benedited -al frente de la coreografía- acompañada de nuevo por Maria Bossy al frente de las coreografías de claqué.
Para poner en pie este irreverente espectáculo se necesita alguien tan loco como Mel Brooks en la dirección y, Àngel Llàcer sabe muy bien cómo levantar un espectáculo de estas características. No solo en la parte de dirección, la cual comparte con Enric Cambray, sino que sabe cómo vender un producto a bombo y platillo. Aun así, el espectáculo no necesita de ello, dado que el producto que se presenta en escena es suficientemente bueno y se vende casi solo. La dirección es arriesgada y, aunque cuenta con todo lo que les ha funcionado en anteriores producciones, esta vez el musical demanda un punto más alto de control en lo que a cambios continuos de escenografía se refiere y a tiempos que cumplir. Un trabajo sincronizado al milímetro. Destacar también la parte coreográfica de Miryam Benedited la cual crece exponencialmente durante el musical y que, junto a las escenas de claqué ideadas por Maria Bossy, disfrutamos al máximo.
Por último, en la parte técnica, destacar el diseño de iluminación de Albert Faura, el diseño de vestuario de Marc Udina y la escenografía diseñada por Enric Planas, quienes nos trasladan a la época gloriosa de Broadway. La única pega a destacar en el día que acudí a disfrutar de la función, fue en el tema del sonido; ya que parecía que algunos micrófonos no estaban bien calibrados y, en repetidas ocasiones, las letras no se entendían.
En la parte actoral, alabar el trabajo de Armando Pita como Max Bialystock; quien no tiene vergüenza alguna en robar lo mas grande con tal de conseguir su objetivo. Pita nos ofrece una interpretación exhaustiva y extrema de una persona que nos causaría rechazo sin conociéramos sus tretas pero que consigue que rápidamente empaticemos con él para conseguir sus fines. Junto a él, Ricky Mata nos ofrece un ensoñador Leo Bloom. Al salir del teatro, lo único que puedes pensar es: ¿Ricky Mata hace algo mal? Y es que el actor y cantante borda un Bloom dubitativo, nervioso, chistoso y cambiante que enamora al público con facilidad bajo ese halo de nerd que muestra en su inicio. Aun así, Bloom tratará de cambiar para poder conseguir su sueño, poder llevar el sombrero de productor.
Junto a ellos, destacar el trabajo de Mireia Portas como Ulla. De nuevo, la actriz utiliza su sobrada bis cómica para sorprender al público con lo mejor que sabe hacer: dar rienda suelta a su actuación. Portas actúa, baila, canta y nos hipnotiza con un personaje con el que puede jugar y hacer locuras. Es una delicia disfrutarla en escena (aunque nos acabe doliendo la barriga de tanto reír). Junto a ella, José Luís Mosquera borda un Franz Liebkind que nos deja con ganas de más y Bittor Fernández se convierte en una de las estrellas de la noche interpretando a una extrovertida Carmen Age-à-trois; personaje entrañable y loco que le va como anillo al dedo. ¡Bravo!
Mención especial merecen todos los integrantes del cuerpo de baile del musical: Pol Rosselló, Adrià García, Enric Marimon, Raúl Maro, Jordi Garcia, Guillem Gamell, Empar Esteve, Ana Micó, Tamara Suarez, Júlia Saura, Paula Pérez, Chema Zamora, Pablo López, Clara Casals y Marta Manotas quienes nos ofrecen absoluta perfección en escenas tan icónicas como el baile de las abuelas o el mini-musical Flores a Hitler.
De nuevo, Nostromo Live ha creado un espectáculo ágil y divertido que acerca aun más los éxitos teatrales de Broadway a nuestro país. Un espectáculo que no defrauda y que te deja con ganas de repetir.
Crítica realizada por Norman Marsà