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28.09.2023 Críticas  
Tragedia grandilocuente

Inaugura el Teatro Real de Madrid la temporada 2023-2024 con una ópera poco conocida y menos representada. Toda una declaración de intenciones que se agradece. La ópera elegida ha sido Medea de Luigi Cherubini, con una propuesta nueva y enorme de Paco Azorín. Un conjunto que apabulla en lo escénico pero que se queda algo fría en lo dramático.

Esta Medea empieza en silencio, siendo testigos del asesinato de los hijos de Medea a manos de esta. Un asesinato fruto del despecho y la venganza, de la ira mas desbordada e irracional. Una vez consumado el terrible acto asistiremos a los acontecimientos que llevan a la locura de Medea.

La acción se traslada a una actualidad indefinida. Atuendo militar así nos lo intenta dejar claro. Un ascensor que desciende al Tártaro, al inframundo donde la razón enloquece. Donde vemos la traición de Jasón a Medea, al querer casarse con Dirce. Toda la trama se va fraguando para llegar al terrible y conocido desenlace. El montaje lo echa todo en el segundo y tercer acto. Interesante recreación de la visión pesadilla que termina de convencer a Medea de acabar con la vida de sus hijos con Jasón. Brillante final con Medea descendiendo a los infiernos y un Jasón abrumado por el horror. Paco Azorín ha dispuesto de elementos grandilocuentes para recrear la tragedia griega. Funciona bien aunque tiene cierto aroma a algo ya visto. Los colores elegidos en las proyecciones, enfatizan las escenas. El diseño de iluminación crea sombras y mundos oscuros. Funciona todo a la perfección pero con cierta frialdad.

Centrándonos en el reparto encontramos ciertas desigualdades. La partitura de Cherubini para Medea es de una complejidad inusual. Maria Pia Piscitelli se esforzó denodadamente en su intervención pero no llegó a convencer. Era su debut en este montaje y quizá algo de inseguridad la llevó a una intervención demasiado comedida y algo carente de fuerza. El segundo y tercer acto son casi exclusivamente para ella y requieren de un esfuerzo considerable que le pasaron factura. No hubo ovación para ella, aunque si un reconocido aplauso.

Enea Scala construye un Jasón creíble, tanto por voz como en apariencia. Es cierto que no tiene grandes momentos cantados, pero resuelve con nota sus intervenciones. Lo mismo ocurre con Sara Blanch en su papel de Dirce y Nancy Fabiola Herrera como Neris. Sus momentos, aunque breves, si consiguen que la música de Cherubini vuele por encima de la platea con la belleza que se le supone.

Destacable la dirección de Ivor Bolton y una vez más el Coro Titular del Teatro Real se convierte en un personaje imprescindible que cautiva y emociona en todos sus momentos en escena.

En definitiva esta Medea se disfruta de principio a fin, aunque se echa de menos la emoción y la locura que debería estremecer al público asistente. La fría reacción de la platea así lo constata. No puedo decir que sea una elección equivocada de la ópera ni del montaje, pero no parece que esta apuesta del Real para abrir la temporada sea de las que se recuerde con el paso de los meses.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau.

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