Jamming Sessions comienza su nueva temporada en el Teatro Maravillas de Madrid. Paula Galimberti, Juanma Díez y Lolo Diego vuelven a hacer de las suyas en el escenario, con Maykel R. Vannereau, de nuevo, en la mesa de control.
¿Y qué es Jamming? Jamming es una de las propuestas más sólidas de impro de nuestro país, tanto es así que llevan la friolera de 21 años a sus espaldas repitiendo cartel, que no es poco. Un espectáculo de 90 minutos a tres manos construido sobre los cimientos de la creatividad, el ingenio, el desparpajo y una completa y absoluta falta de vergüenza. Un cóctel que que se basa íntegramente en la participicación de un público que se ha desmostrado fiel con razones más que suficientes para hacerlo.
Ver cómo estas tres figuras se pasan la pelota es delirante en el mejor sentido de la palabra. Ya al margen de que un espectáculo de impro es por definición proclive al desparrame y al absurdo, Jamming consigue compartimentarlo, organizarlo, tirar la casa por la ventana y darle la vuelta a la tortilla. Tanto es así que después de hora y media de ida de castaña colectiva son capaces de cerrar la sesión hilando los tres títulos iniciales sugeridos por el público sin pestañear. Cada uno de los intérpretes brilla con luz propia, pero debo hacer una mención especial a Paula Galimberti. Jamás he visto a alguien improvisar una canción con tanta solvencia, aún siendo reggaetón. Es más, puedo decir sin miedo a exagerar que apenas 50 segundos de una racha de inspiración suya sobre el escenario dejan en pañales a más de uno en la listas de éxitos.
Si alguien se estaba preguntando si a Jamming se le está acabando la mecha, la respuesta es un “no” rotundo. La fórmula se mantiene fresca, los actores siguen disfrutando como niños y el público lo hace todavía aún más; ya formen parte de la escuela Jamming, sean actores invitados o simples espectadores. Si hay algo en común a todo aquel que asiste a una de sus funciones es que sale del teatro con una sonrisa en la boca y repetir esa azaña año tras año es un auténtico logro.
Crítica escrita por Daniel Rivera Miguel