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20.09.2023 Críticas  
Mi circunstancia

El colectivo Teatro Urgente inicia la temporada en el Teatro Quique San Francisco de Madrid con Ortega. La pieza, escrita por Karina Garantivá y dirigida por Ernesto Caballero, se presenta como una comedia pero esconde una narrativa más filosófica y reflexiva que se vertebra en torno al pensamiento de Ortega y Gasset.

Una mujer atraviesa una crisis vital. Se enfrenta a un evento que condicionará su futuro y despierta en ella la necesidad de desprenderse de aquello que ocupa un espacio en su vida sin prestarle utilidad. La obra completa de Ortega y Gasset, una voluminosa colección que le ha acompañado durante muchos años, materializará ese lastre. Sin embargo este deseo de liberarse de los objetos del pasado colisionará con el miedo y la resistencia que manifiesta su pareja, que siente aquellos como elementos definidores de su propia identidad, y teme perder con ellos sus recuerdos.

La trama de Ortega podría resumirse breve y equivocadamente con el párrafo anterior, y uno podría engañarse creyendo que asiste a una comedia ligera o de situación. Pero como algunas señoras despistadas pronto descubrieron en la sala, nada está más lejos de la realidad. El texto de Karina Garantivá recorre los caminos de la comedia sólo superficialmente, y lo que nos presenta es más complejo y estimulante. Nos enfrenta a un laberinto (excelentemente representado en su cartel) que atravesamos inspirados o espoleados por la filosofía orteguiana. Cada uno de los personajes lidiará con su propio conflicto desde su propia circunstancia, y desde allí recogerán y reproducirán parte del pensamiento del filósofo. La libertad, la identidad, la existencia, serán protagonistas del diálogo, pero también la importancia de la cultura y la educación en un mundo dominado por las redes sociales y el consumo cultural rápido, en el que los libros devienen en objetos fungibles que pueden tirarse al contenedor después de haber sido leídos. Incluso el propio Quijote encontrará su espacio en las ensoñaciones de la protagonista. De esta forma Ortega, o sus palabras, serán el hilo de Ariadna que pueda conducirnos fuera del laberinto.

Ernesto Caballero, fundador de Teatro Urgente, dirige el montaje aportando su sello inconfundible. Plantea un espacio limpio, con una iluminación sencilla en la que nada distrae del texto y, como es habitual en él, hace uso de transiciones musicales que definen la pieza y logran crear un espacio sonoro en el que confluyen piezas musicales contemporáneas con arias clásicas que subrayan el fondo reflexivo y delimitan el espacio íntimo en el que la protagonista germina sus reflexiones.

Ana Ruiz, Álex Gadea y Alberto Fonseca sostienen este equilibrio entre la profundidad de Ortega y las circunstancias de sus personajes. Ana Ruiz nos construye una Joana en crisis que observa el futuro como un abismo que demanda la ejecución de medidas y desenvuelve con pericia los parlamentos más complejos. Álex Gadea, como Óscar, pareja de Joana, saca partido a un personaje desconcertado por la decisión de su mujer y aporta grandes dosis de dulzura y comicidad. Finalmente Alberto Fonseca, gran sorpresa, interpreta con gran solvencia una multitud de secundarios aportando a cada uno de ellos tono y carácter propios.

Definitivamente Ortega no es una comedia, quizás para disgusto de algún público despistado, o por lo menos no es una simple comedia. Tampoco es una obra puramente filosófica, ni lo ambiciona, pero definitivamente las situaciones y accidentes que atraviesan los personajes persiguen despertar la reflexión y no sólo la identificación del espectador. Divierte a ratos y nos hace pensar durante sus noventa minutos.

Crítica realizada por Diana Rivera

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