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12.09.2023 Críticas  
Detenerse y disfrutar siempre es buena opción

La irreverencia llega de la mano de Ricard Borràs y Aina Borràs que estrenan, en el Aquitània Teatre de Barcelona, la obra Cat Falling (aka Katfollin). Una comedia intergeneracional que retrata con humor una curiosa relación basada en la tolerancia que esconde más de lo que esperamos.

Rita (Aina Borràs) tiene 25 años y ha terminado la carrera de antropología. Para subsistir da clases de batería, aun que también es la percusionista de un grupo de Rock Punk llamado Cat Falling (pronunciado: Katfollin. aka que te den). Rita lucha por abrirse paso en una sociedad inestable e injusta. Por su parte, Ignasi (Ricard Borràs) es un señor de 70 años que pertenece a una generación instalada en el conformismo. Él está jubilado y se ha apuntado a dar clases de bateria con la Rita. Ignasi hace ver que está interesado en aprender tocar la batería, pero en realidad le importa un rábano.

De la mano de Gerard Florejachs, autor de la obra, Cat Falling (aka Katfollin) explora la constante pregunta de ¿se puede ser amigo de alguien 45 años mayor o más joven con quien no tienes, en principio, ninguna afinidad? Aunque parezca imposible, Ignasi y Rita construirán una firme amistad a partir de situaciones divertidas que nos harán reír un rato y pensar más allá de lo que vemos en escena.

Dirigida por Ricard Borràs, esta irreverente obra, nos llega en un momento en que la sociedad parece estar más individualizada y, donde los jóvenes, parecen ir más a su bola sin preocuparse de los demás. Su propia individualidad les copa los pensamientos para solo preocuparse del yo, de las cosas fáciles y del ahora. Esto es lo que le ocurre a Rita desde el inicio de la obra. Tan centrada en ella misma, inicialmente ve a Ignasi como un problema con el que no quiere conectar, y así lo expresa cuando él trata de explicarle porqué está allí mientras ella sigue absorta en sus problemas personales. Aun así, Rita no es lo que parece y es una persona menos nini y más centrada en la pro-actividad de juventud activa.

Aina Borràs (Rita) y Ricard Borràs (Ignasi) son padre e hija en la vida real. Su química se siente en escena desde el inicio de la obra y es una gran red de seguridad para Aina, quien presenta su primer protagonista. Una protagonista que ha llevado más de un año de preparativos, puesto que, tanto ella como él, han tenido que aprender a tocar la batería de cero para hacer más verosímil sus personajes.
Aina destila seguridad en escena y, a su vez, su personaje recorre varias emociones que veremos colapsar hacia el final de la función cuando su personaje parece que se asienta en la mente del respetable. Un inicio algo histriónico hace que nos cueste pillar su forma de ser. Por su parte, Ricard, nos presenta al entrañable señor que todo le parece bien y que no tiene queja alguna de nada. Ese personaje que le dicen, ven, y viene sin pensarlo. Un señor que ha vivido mucho y que, ahora, quiere vivir más. Aun así, las vivencias que mejor experimentará serán las enseñanzas y charlas que tendrá con su partener en escena.

En la parte técnica, me gustaría destacar el vestuario de Botarga, que sin extrañas pretensiones, nos presenta unos personajes muy cercanos y conocidos. La música original de Roger Borràs, quien nos hará reír rápidamente y que, con su ayuda, el espectáculo acabará metiéndose al público en el bolsillo mientras acabamos cantando la canción en bucle.

Cat Falling (aka Katfollin) es un espectáculo que empieza hablándonos de la amistad entre personas de edades lejanas pero, a su vez, no pierde la oportunidad de hablarnos de cosas muy importantes en la vida: metas, vivencias, familia, amor… Temas que tenemos a nuestro alrededor y que, en este mundo de locos, a veces debemos detenernos y disfrutar de ellos.

Crítica realizada por Norman Marsà

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