Después de pasar por distintos teatros de España, ha llegado al Teatre Apolo de Barcelona el musical que rinde homenaje a Lola Flores, en este su año del centenario de su nacimiento. Lola El Musical es una producción de Antonio Cabezuelo que parte de la creación de Rafa Sánchez; dirigida por Juan Ramón Utrera y con dirección musical de Daniel Matas y dirección artística de Pedro Centeno.
En este musical, el folklore andaluz y gitano sube a escena con gran poderío especialmente femenino. Verónica Carmona personifica a Lola Flores y lo hace con la fuerza que caracterizaba a la gran artista en una interpretación musical en la que se nota su admiración; motivo por el cual no parece costarle imitar los gestos más representativos de aquella mujer tan importante en la historia artística del país: La Gran Lola.
Las apariciones de Caracol, interpretado por Jesús González y de El Pescaílla, interpretado por Raúl Palomo son puntuales, así como la aparición en escena de los tres hijos de Lola Flores, representados por Coraíma Martínez (Lolita), Naomi Santos (Rosario) y Vito Jiménez (Antonio). Los tres jóvenes dan unas notas de frescura y dinamismo al espectáculo, ofreciendo una canción cada uno de ellos. El público se queda con ganas de verlos más y de que puedan tener la oportunidad de interpretar alguna escena acerca de su relación con su madre e incluso representar alguna pieza musical con ella. Sin embargo, la producción apuesta por centrarse únicamente en Lola Flores y dejarle en un plano demasiado secundario.
Como pieza que habla de una gran artista, en Lola, El Musical se ha querido dar fuerza a las interpretaciones vocales y al flamenco. La música está a la altura, con una banda en directo a la que hay que hacer especial mención ya que ameniza toda la sesión; y con unas voces que llenan el escenario. En cuanto al baile, el flamenco se hace presente de forma continua y con distintas melodías y ritmos y acompañado, como no podía ser de otra forma, con un vestuario acertado de buen gusto y lleno de tradición, el espectáculo consigue que el público admire los pasos encima del “tablao”. El cuerpo de baile, al que también debe hacerse especial mención, danza además otros estilos, llevándonos a distintos lugares del mundo a través de sus movimientos llenos de presencia.
Sin embargo, algo sucede en este musical y es que se queda a medias tintas al faltarle narración y no dar espacio a la interpretación. Como propuesta de teatro musical en la que se exige una perfecta combinación entre música-baile-interpretación, parece que se olvida de la parte actoral. Prácticamente no existe narración ni diálogo entre los personajes y el público va recorriendo algunos de los momentos más importantes de la carrera de Lola Flores a través de las canciones y a través de una voz en off puntual. La falta de interpretación hace que el ritmo de la obra sea demasiado lineal y no profundice en la emoción de los personajes. Algo que no acaba de permitir que el público se adentre en la vida de la Gran Lola más allá de los escenarios.
Crítica realizada por Maria Sanmartí