Llega al Teatro Fígaro de Madrid la obra Aristócratas Conversos, la nueva producción de Corta el Cable Rojo. Una comedia en verso escrita y dirigida por José Andrés López de la Rica, que se inspira en el humor de Pedro Muñoz Seca.
En Aristócratas Conversos López de la Rica aúna la agilidad de las comedias rimadas, como La venganza de Don Mendo, y lo suma al tono satírico de Jardiel Poncela para ofrecernos una obra de corte clásico y contenido actual. Una disparatada familia aristocrática de las de rancio (muy rancio) abolengo se ve en la tesitura de hacer lo imposible por preservar un estatus económico que ha perdido y para ello no dudará en urdir un plan absurdo. Mentiras y falsas apariencias se tejerán así en un enredo en el que sólo el mayordomo parece mantener algo de sensatez y sentido común en medio del caos.
Juan Carlos Martín, actor y director de larga trayectoria, representa a este mayordomo, con buena dosis de comicidad aunque se añore algo más de proyección en la voz, ya que resultaba apenas audible en las últimas filas. Su papel es sin duda el más elaborado. Suyos son los monólogos y las réplicas más jugosas que este actor subraya con un uso medido del gesto y la expresión corporal.
La excéntrica y venida a menos familia a la que sirve el personaje de Martín es interpretada por Carlos Chamarro y Yolanda Vega, como los marqueses y los jóvenes Álvaro Larrán y Mireia Zalve como su prole. Todos ellos son personajes paródicos reducidos a un estereotipo histriónico y sin bordes. Personajes en los que más es más y a este empresa se entregan los cuatro actores, destacando Chamarro que juega y se divierte explotando su expresividad más cómica.
La némesis de la noble familia y quien será finalmente víctima de sus engaños es otro noble de peor alcurnia pero mejor fortuna, el duque del Castillo, al que interpreta el también reconocido Jesús Cabrero con elegancia y gran presencia escénica; completando así el elenco.
El montaje y la escenografía mantienen la simplicidad. El exceso se centra en la labor interpretativa y en el juego de réplicas que propicia la rima. El argumento por otro lado sigue una línea de poca profundidad, que justifica esta sencillez. Coquetea a veces con cierta voluntad crítica pero se queda siempre en los márgenes. A pesar de jugar con los iconos de una clase y enjuiciar su comportamiento, se limita a explorar los caminos de la parodia. José Andrés López de la Rica ha encontrado en su humor manchego y criptanero una forma de revisar las posiciones de una clase y arrancar de ello la comedia.
Aristócratas conversos funciona en definitiva como un tinto de verano. No hay en este montaje más de lo que anuncia: enredos, mentiras y rimas que se sirven burbujas para hacer más ligeras las calurosas noches madrileñas. Refresca y divierte como una gaseosa.
Crítica realizada por Diana Rivera