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28.06.2023 Críticas  
La tumba de la luz

El Teatro Bellas Artes de Madrid acoge la quinta edición del Festival de Mérida en Madrid con la programación de La tumba de Antígona de María Zambrano con dirección de Cristina D. Silveira y producción del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Karlik Danza-Teatro.

Antígona es la heroína que representa la desobediencia y la oposición al tirano. Se resiste a cumplir la ley humana impuesta por el rey tebano Creonte y entierra a su hermano Polinices, cuyo cuerpo permanece insepulto por orden del rey que lo considera un traidor. El acto de Antígona tiene inmediato castigo y Creonte la condena a ser encerrada viva en una tumba, pero Antígona en la versión de Sófocles, se da muerte así misma ahorcándose.

Maria Zambrano partió del mito original pero a diferencia de Sófocles dio una última oportunidad a la heroína. Antígona no se suicida y se despierta viva en la sepultura. En ese encierro oscuro, en el que añorará sobre todo la luz, tendrá la oportunidad de conversar con los hombres y mujeres de su vida y analizar su propio destino y el sentido de la vida y de la verdad. Frente a ella aparecerán su padre, Edipo, su madre o su nodriza, pero también el propio rey tebano, su prometido o sus hermanos. Con cada uno de ellos entablará un diálogo en el que aflorarán cuestiones sobre las que Antígona reflexionará: el amor, la justicia, la insumisión, en definitiva, el propio sentido de la vida. En su delirio surge también de entre las sombras una harpía, que se presentará como un pensamiento oscuro que alimentará en la protagonista el sentimiento de culpabilidad por renunciar a su propia salvación.

La propuesta de Zambrano es filosófica y profundamente poética. Antígona desarrolla largos monólogos en los que se debate entre el delirio y la razón. Cristina D. Silveira, en la dirección, y Nieves Rodríguez como adaptadora, construyen una pieza de formidable lirismo que encuentra en la música en vivo de la violinista Aolani Shirin y en la coreografía de Karlik Danza-Teatro un marco de gran belleza.

Ahora bien, este montaje se ideó y desarrolló para la monumentalidad del teatro de Mérida y se adapta mal al Teatro Bellas Artes. El desarrollo de las coreografías y las proyecciones nos hace suponer que todo está ideado para un movimiento que no encuentra espacio en las tablas del teatro madrileño. La impresión es inevitablemente de tumulto y acumulación. No hay limpieza en el montaje ni lucimiento en las bellísimas coreografías. Se intuye algo muy delicado, sí, pero no llega a florecer.

Por otro lado La tumba de Antígona es una pieza teatral con profundidad filosófica que se desarrolla en largos monólogos. Su acción es casi nula y discurre como un largo ejercicio literario. En definitiva, es puro texto que demanda una retórica y sobre todo un ritmo que no hayamos en su protagonista. Ana García soporta el peso íntegro de la función pero lanza el texto con una cadencia a veces dolorosa. Las pausas están marcadas de forma arbitraria y con ritmo casi escolar. Fragmentos de gran poesía se evaporan en una entonación que no sigue el lirismo de las palabras, ni guían en la asimilación de lo que se dice. En esta interpretación la obra de Zambrano desmerece y se vuelve tediosa. Ignoro si es una instrucción de la dirección o un vicio de la intérprete, pero definitivamente lastran la obra que solo revive gracias a las correctísimas réplicas de sus compañeros Camilo Maqueda, Jorge Barrantes, Fermín Núñez o Mamen Godoy, algunas de ellas incluso brillantes, y a la plasticidad de las coreografías.

Este montaje de La tumba de Antígona fue claramente concebido para el formidable fondo del teatro romano de Mérida, auspiciado por a la noche extremeña, pero debemos juzgarlo con las limitaciones que le impone el Teatro Bellas Artes y, como cabe suponer, no sale bien parado. No obstante, se vislumbra en él una buena dirección y la acertada elección de sustituir o subrayar el lirismo de alguno de sus monólogos con la danza y la música en vivo, a pesar de que se resienta de una muy viciada interpretación en su protagonista.

Crítica realizada por Diana Rivera

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