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13.06.2023 Críticas  
Luz cruda

Muy próximo está ya el cierre de la temporada del Teatro Español de Madrid y en la sala Margarita Xirgu se acaba de estrenar Psicosis 4.48 de Sarah Kane, representada por primera vez un año después de su muerte en el Royal Court de Londres. Depresión, dolor, hartazgo e impotencia en esta crónica de una muerte anunciada.

Eva Varela Lasheras traduce del original este Psicosis 4.48, que Luz Arcas dirige y Natalia Huarte interpreta. Pablo Chaves diseña el espacio escénico, un gran espacio vacío que solo llenan el descanso, retazos de luz de Jorge Colomer, la basura y el aseo; todos ellos elementos protagonistas de cómo Ella decide que va a ser su muerte, o al menos esa es su pretensión, que algo no quede un solo resto a la vista de todo el mal que en ella se produce y que le abocan al fin de su existencia.

Mi primer Sarah Kane me alegra que haya sido con esta producción con Natalia Huarte al frente, entregada a mostrar el dolor físico que la depresión severa provocan en la protagonista, aunque el traslado de toda esa psicosis de las 4.48 no sienta que invade la penumbra de la sala. La cama al trasluz es la cuchilla que utilizará para cortar sus venas, y que tras la sobredosis de pastillas y el ahorcamiento no quedará duda alguna de lo que pretende.

Para una intérprete Psicosis 4.48 debe ser uno de los papeles más difíciles de interpretar por la carga emocional y la exigencia que debe plantear posicionarse ante algo tan extremo y con un texto tan desasosegante como este, de los que corres el riesgo de que te lleve de la mano mientras una está metida en el proceso de creación e interpretación, y asumo que es por ello que el escalofrío que yo esperaba sentir no se produjo y la sensación de cierta frialdad y distancia en la interpretación y dirección viene de este oscuro lugar. Siento el compromiso de Natalia Huarte aquí, tras mi gélida recepción del último papel que le vi interpretar, pero siento clara la aproximación al conflicto y entiendo esa sensación al irme de la sala de «Ok, esto es todo».

Me hubiese gustado salir revuelto de Psicosis 4.48, de volver a esa angustia vital, a esos pensamientos que me han sobrevolado, y no hace mucho de los últimos; que este montaje fuese ese in-yer-face theatre que me hubiese mantenido inquieto durante los 75 minutos de letanía suicida. La poesía de Kane está ahí, y se recita, pero no resuena, aunque me lleve a jóvenes poetas actuales donde su impronta es clara, y forma parte de su legado. «Esto se está volviendo mi normalidad (…). Una habitación de rostros inexpresivos que miran mi dolor sin inmutarse, tan desprovistos de sentido (…)». Tal cual, Sarah Kane, tal cual.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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