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24.05.2023 Críticas  
Double Murder, violenta humanidad

Después de 5 años, el coreógrafo y bailarín Hofesh Schechter acompañado por 11 bailarines de su compañía, vuelve al escenario madrileño, con el estreno de su última obra Double Murder: Clowns/The Fix, dos piezas presentadas en la sala roja del Teatro del Canal de Madrid.

En su origen creada para el Nederlands Dans Theater, la obra fue objeto de una adaptación cinematográfica producida por la BBC y presentada en numerosos festivales. Comedia negra en la que conviven asesinato y deseo ardiente, con Double Murder, Hofesh Schechter nos lleva en un torbellino revolucionario donde la anarquía coreográfica predomina el espacio.

Transportado por la música tecno e hipnótica del propio Hofesh Schechter y como telón de fondo, una cortina roja y unas guirlandas de feria, Double Murder nos sumerge en un decorado de circo. Un doble asesinato se prepara, orquestado por unos payasos sarcásticos, por poco zombis, quienes despiertan nuestro lado más oscuro.

Double Murder logra sumergirse en el corazón de nuestras emociones más profundas y nos hace preguntar sobre la indiferencia creciente de nuestras sociedades modernas hacia la violencia. En un ritmo endiablado, donde se juntan dulzura y brutalidad, los interpretes Robinson Cassarino, Frédéric Despierre, Rachel Fallon, Emma Farnell-Watson, Mickaël Frappat, Natalia Gabrielczyk, Zakarius Harry, Alex Haskins, Yeji Kim, Juliette Valerio y Zee Zunnur con una energía cruda y animal, encarnan a la perfección el lado más tenebroso de nuestra humanidad.

La primera parte, Clowns, nos ofrece un coctel explosivo, sacando a la luz tensa, toda la violencia de los intérpretes en un desborde de energía agresiva. El baile, a la vez festivo y funesto, nos recuerda a las danzas tribales y folclóricas, devolviéndonos a nuestra esencia primaria. Los juegos de luz de Lee Curan y Richard Godin, con la música tecno que va crescendo, crean una tensión a su apogeo al final de la primera parte.

Luego, con The Fix, nos propone un contrapunto más sensible, los brazos de los interpretes son como un baluarte que nos protege de la agresividad y del cinismo de nuestro mundo. En un momento de mucha humanidad de una belleza conmovedora, los intérpretes, nos regalan una luz de esperanza al unísono, compartiendo un final muy bonito con el público.

En definitiva, Double Murder consigue encontrar el punto de equilibrio entre la violencia y la curación sin jamás tocar el lado macabro. Es una comedia negra, casi burlesca, en la que, a pesar de toda la brutalidad, pasamos un momento agradable. La velocidad a la que se comenten los asesinatos en el escenario es grotesca, y a la vez placentera. Nos hace cuestionar sobre nuestros propios límites a la hora de divertirnos. El final de la obra destaca por la emoción que se desprende en la sala, es un momento lleno de ternura que hace que nos vayamos del teatro, aliviados, y en fin más humanos que nunca.

Crítica realizada por Angélique Travessa

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