L’Auditori es el hogar y habitual punto de aquelarre musical de la Banda Municipal de Barcelona. El pasado domingo 7 de mayo, el director Carlos Ramón mutó su batuta en varita para dirigir un particular concierto que repasó, a golpe de suite, las bandas sonoras de las siete películas de Harry Potter.
Desde hace muchos años, la Banda Municipal de Barcelona ha prestado atención a la música de Harry Potter, pero esta es la primera vez que ha dedicado todo su programa a repasar cada una de las bandas sonoras de los films del niño mago, a partir de suites sinfónicas con arreglos para banda. Así, la sesión de dividió en dos mitades, dedicando la primera a las películas compuestas por John Williams y Patrick Doyle (La piedra filosofal, La cámara de los secretos, El preso de Azkaban y El cáliz de fuego) y la segunda a las de Nicholas Hooper y Alexander Desplat (La orden del fénix, El misterio del Príncipe y las dos partes de Las reliquias de la muerte).
Lo primero que salta a la vista es lo icónica que es la partitura que Williams compuso para el primer film: el tema de Hedwig (la lechuza; esas 8 notas que todos reconocemos como el tema de la saga) o el de la Nimbus 2000 contienen ya todos los elementos que harán que, tras La Piedra Filosofal, Harry Potter suene a Harry Potter. Y es una suite que parece hecha directamente para banda, por lo bien que se aplican los metales, el arpa y la percusión. Por comparación, el segundo y tercer film son menos sorprendentes en lo musical, pero aún así nos dejan piezas como la ominosa presentación de la Cámara de los Secretos, con un aire a lo Franz Waxman o James Bernard, el tema de Fawkes el fénix o la minisuite «Harry’s Wondrous World».
Extrañamente, el divertido tema que se usó para la clase de de Defensa contra las Artes Oscuras del metamórfico Boggart («Hot Liquorice», de Dick Walters), perteneciente al tercer film, se reubicó en una de las suites de la segunda parte del concierto. Una elección incomprensible, dado lo emblemático de la escena, y una pieza que por otra parte fue una de las estrellas del concierto.
En cuanto a la banda sonora de Patrick Doyle para El caliz de fuego, no hay queja alguna de los temas elegidos por el arreglista Robert Sheldon, centrados en la Copa Mundial de Quidditch de las primeras escenas, el himno y la marcha de Hogwarts, y el terrible retorno de Voldemort del final. No solo son temas que nos sacan de la dinámica Williams de las tres primeras bandas sonoras, recuperando una sonoridad típicamente británica, sino que permiten lucirse magistralmente a toda la orquesta. Lo que resulta más curioso es qué se dejó fuera, empezando por el tema que da título a la película, El cáliz de fuego, pasando por la música de las escuelas visitantes para el Torneo de los Tres Magos y acabando por la banda sonora de las pruebas en sí.
En la segunda mitad, sentimientos enfrentados: la primera de las bandas sonoras de Nicholas Hooper para la saga fue probablemente la más pobre de las siete películas, y aún así la selección de Jack Bullock permite que El Ejército de Dumbledore y la Sala de los Menesteres adquieran un brillo personal indudable. Sin rastro de Dolores Umbridge, todo sea dicho. Hooper se reivindicó, no obstante, con El misterio del Príncipe, mucho más trabajada y con triunfos como el tema de Ron y la fiesta de los Weasley, o la más sinuosa de Slughorn.
Sin embargo, la verdadera personalidad de esta segunda parte es la que consiguió Alexander Desplat en su díptico de Las reliquias de la muerte. Desplat demostró que, a estas alturas de la serie, en su momento argumental más oscuro, se podía ofrecer una paleta variada de emociones y de acciones. Hay drama, hay pérdida, hay momentos íntimos y objetos terribles, combates apocalípticos y misterios al borde de la muerte, que cobran una nueva vida bajo las notas de Desplat.
La banda luce fantástica bajo la varita de Carlos Ramón, y hay que decir que solo muy puntualmente, en algunos segmentos de la segunda mitad, se echaron en falta los violines de una orquesta sinfónica. Como hay que decir que el trabajo de la (reforzadísima) percusión a lo largo de todo el concierto fue apabullante, sumando acierto tras acierto y cumpliendo todo lo que se le pedía y más. Las iniciativas cinematográficas de la Banda Municipal de Barcelona, que iniciara hace ya tres décadas el maestro Josep Mut, siguen siendo una apuesta segura de calidad artística y atractivo popular.
Crítica realizada por Marcos Muñoz