El Maestro, la mente preclara que ha compuesto todas las canciones ganadoras del Festival de Eurovisión, ha fallecido. Y nos ha dejado sin legar su fórmula infalible para conseguir el éxito. La sociedad secreta que rige los destinos del festival elige a un nuevo Eurofan para que se traslade a un laboratorio musical y consiga, en tiempo récord, destilar el nuevo hit. Bienvenidos a Tuelf Points.
Tuelf Points es un musical y es un concierto. Podría tomarse como un ciclo de canciones. Ante todo, es una celebración de Eurovision y un recordatorio de las magníficas melodías que surgen, año tras año, de ese Festival, y no solo entre las ganadoras.
Para empezar, hablemos de la parte musical: el espectáculo que se ha estrenado en el Teatre Gaudí de Barcelona se articula entorno a bloques con temas más o menos claros. Canciones que tenemos en el recuerdo, temas de amor, números festivos, los hitos más recientes… Cada bloque es un gran medley en el que la compañía interpreta fragmentos, los combina, los enfrenta, los remezcla incluso. En las paredes del teatro, mientras, los espectadores pueden ver simultáneamente información precisa que situa cada canción, imágenes de la actuación original, su clasificación y los puntos que obtuvo.
En lo teatral, que es más sutil pero importante, Dídac Flores interpreta a Eurodi, nombre clave asignado al Eurofan que debe tomar el relevo del Maestro. Interactua con los videomensajes grabados por tres artistas que representaron a España en Eurovisión como son Nina, Miki Núñez y Ruth Lorenzo, todos metidos en su papel de miembros de la sociedad secreta (aunque con cierto punto de vista humorístico que se agradece). Y físicamente se relaciona con cuatro androides que pueden cantar y versionar cualquier tema del Festival, encarnados por Esther Peñas, Xavi Duch, Laura Daza y Marc Pociello (en la función a la que asistimos, se estrenaba sustituyéndole su swing Carles Pulido). Flores, además de servir de eje de todo el espectáculo, es autor de la idea original, director musical y canta y toca el piano durante toda la función.
El efecto que se consigue es mayúsculo: la selección musical, la orquestación de temas aparentemente tan distintos, los empalmes y las transiciones, mantienen una efervescencia constante. Al cabo de un rato, parece estar viviendo en una gran canción de varias décadas de duración que es la esencia misma de Eurovisión. Lo musical y lo dramático se van interfiriendo con los outsiders que reaparecen una y otra vez para sacudir el statu quo e insuflar aire nuevo y humanidad al conjunto. Para el buen funcionamiento de todo ello resulta indispensable la labor de la directora, Karen Gutiérrez, que recoge su experiencia con el musical Lo tuyo y lo mío y no se limita a trasladar el fenómeno pop al eurovisivo sino que se lo juega a un contínuo más difícil todavía, con un éxito rotundo.
En un espectáculo tan coral, de calidad tan compartida, destacan sobre todo dos de los intérpretes: Dídac Flores, puntal y maestro de ceremonias imprescindible, y veterano también de Lo tuyo y lo mío, y Esther Peñas, con una voz dúctil y prodigiosa capaz de llegar a donde haga falta. No nos extrañaría nada que dentro de unos años Peñas fuera la primera Elphaba de un Wicked nacional…
Pero a Tuelf Points le queda un largo recorrido: estamos seguros de que esta va a ser solo la primera de muchas temporadas que esté en cartel. El dinamismo, el buen hacer y las magnífica selección musical, conjuntada con una presentación extraordinaria (vale la pena destacar la selección audiovisual de Albert Farré y el diseño y grafismo de Àlex Santaló) hacen que este espectáculo no solo sea atractivo para los eurofans más acérrimos, sino que acabará convirtiendo a cualquiera que esté dispuesto a vibrar durante hora y media. ¿O no lo sabíais? Europe’s living a celebration…
Crítica realizada por Marcos Muñoz