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27.03.2023 Críticas  
Una potente puesta en escena y una bella partitura

El Teatro EDP Gran Vía de Madrid encauza las últimas funciones de Los Puentes de Madison, El Musical. Nina y Gerónimo Rauch encabezan un reparto de lujo para acercarnos la mítica historia que Meryl Streep y Clint Eastwood interpretaron para el cine en 1995 y que enamoró al mundo.

Los Puentes de Madison, El Musical adapta la exitosa novela de Robert James Waller que el cineasta Clint Eastwood convirtió en película en 1995, pero lo hace desde un prisma diferente. El musical se aleja de la visión nostálgica del amor fallido que plantea la película y aborda la historia de amor entre una ama de casa y un fotógrafo desde una nueva óptica: una reflexión sobre el destino, la libertad de tomar decisiones y la valentía y la generosidad de amar.

Francesca (Nina) había sido una novia de guerra en Nápoles. Su futuro esposo debía ser Paolo, pero él nunca regresó del campo de batalla. Poco tiempo después conoce a Bud (Manu Rodríguez) y se casa con él con la esperanza de lograr una vida mejor al otro lado del océano. Más tarde, con su matrimonio de dos décadas y dos rebeldes hijos adolescentes (Paula Mori y Franco Yan), un encuentro inesperado le hará cuestionar su propia existencia. Durante cuatro días, en los que el marido y los hijos se ausentan para asistir a una feria, su vida dará un vuelco y cambiará para siempre al conocer a Robert (Gerónimo Rauch) un fotógrafo del National Geographic.

La historia principal se complementa con otras pequeñas y cortas historias que incluirán a Marge (Marta Valverde), la vecina de Francesca, y su marido Charlie (José Navar), la ex-novia de Robert interpretada por Inma Mira y demás personajes interpretados por Nando González, Alba Roben y Rubén López.

Alberto Negrin, director artístico y escenógrafo nos presenta una obra con un tempo pausado que nos rememora el estilo de vida tranquilo en el Iowa (Estados Unidos) de 1965. El tiempo en la obra pasa lento, como los días de constante aburrimiento y rutina del pueblo donde residen. Un constante silencio pensativo en el que sus protagonistas se pierde en varias ocasiones y que, a nosotros, en ocasiones nos genera paz y en otras falta de ritmo.
Es cierto que el drama que se nos cuenta y su partitura no nos permite disfrutar de un tempo distinto al que se nos presenta y, por ello, en ocasiones puntuales el musical flaquea al convertir la historia en un letárgico devenir de acontecimientos.

En la parte orquestral, el director musical Gerardo Gardelin es el encargado de presentarnos una partitura de gran belleza que interpretan magistralmente una orquesta de 9 músicos: Pablo Citarella (Piano/Teclados), Manu Clavijo (Primer Violín), Cristina Pérez Esteban (Segundo Violín), Jorge Huelva (Viola), Cristina Suey (Violoncello), Pato Muñoz (Contrabajo), Juan Bautista Bosh (Primera Guitarra), Sergio Andrés Fulqueris (Segunda Guitarra) y Paco García (Batería). Una delicia sonora que no podemos dejar de recordar.

En la parte actoral, Nina y Gerónimo Rauch están espléndidos. Sus voces casan perfectamente con la preciosa y cálida partitura de Jason Robert Brown adaptada y traducida muy fidedignamente por Marc Gómez y Daniel Anglès. Lo mismo ocurre con las interpretaciones de sus personajes. Cercanos, sinceros y comedidos como el libro de Marsha Norman requiere.

Es en los personajes secundarios y en las historias en las que aparece el elenco que el tempo cambia mínimamente para mostrarnos que no todo será un tiempo pausado. Mención especial al personaje de Marta Valverde, que pone el punto divertido a la obra, Inma Mira quien nos interpreta una preciosa canción de bar en un recuerdo de Robert, y los traviesos hijos de Francesca y Bud, Paula Mori y Franco Yan, que tanto entendemos si tienes hermanos. Es una pena que sus personajes no evolucionen más de lo que nos muestran; ya que la historia podría ser interesante.

En la parte técnica, destacar la parte escenográfica creada por Alberto Negrin, quien nos presenta una lujosa escena cambiante digna de Broadway. Empezando por los maravillosos paneles de paja que delimitan el teatro y acabando en la espectacular casa de Francesca (sin menospreciar el Puente Roseman, que nos sorprende gratamente en su primera aparición), Negrin nos ofrece una escenografía de ensueño que nos deja boquiabiertos cada vez que ella misma se convierte y se abre para nuestro disfrute. Miles de rincones a explorar desde la butaca de nuestro asiento y disfrutar.

Destacar también la preciosa iluminación creada por Felipe Ramos que nos emula los atardeceres en Iowa, los vídeos que disfrutamos en escena creados por Álvaro Luna y el vestuario y peluquería de Sofía di Nunzio y Moisés Etchevarría; respectivamente.

Aunque la historia supuso un gran hito en su estreno en cines en 1995, la adaptación musical que se nos presenta pierde el gancho que la gran pantalla ofrece a una historia dramática y sentida. Pero lo que sí puedo asegurar es que Los Puentes de Madison, El Musical tiene, sin lugar a dudas, una potente puesta en escena y una bella partitura que se apoya de unas voces soberbias sobre las tablas del Teatro EDP Gran Vía de Madrid.

Crítica realizada por Norman Marsà

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