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15.02.2023 Críticas  
Dejarse llevar

El pasado 10 de enero se estrenó en el Teatro Fernán Gómez de Madrid la obra titulada Los desiertos crecen de noche del dramaturgo José Sanchis Sinisterra. Una selección de piezas breves articuladas en un espectáculo que dará mucho que hablar en sucesivas representaciones.

Los desiertos crecen de noche es un espectáculo con música en directo, construido con piezas antológicas del Teatro Menor de José Sanchis Sinisterra, algunas de ellas llevadas a escena por primera vez.

Cuando aparece el nombre de este dramaturgo renovador del teatro contemporáneo en cualquier cartelera, merece la pena acudir a la representación con cierto entrenamiento en el arte de desterrar los esquemas preconcebidos para poder soltar las expectativas y abrazar lo que viene sin tener ningún tipo de convicción previa. Porque lo que transcurre en escena no nos resuelve nada pero, en cambio, nos invita a la búsqueda de un significado propio y personal; convergiendo en un fenómeno de transmisión mutua.

En la acogedora sala Jardiel Poncela se mantiene una comunicación bidireccional con la escena, participando con presencia activa, esto es, transformando en acción la tarea de observar desde el patio de butacas. El tamaño y la disposición de esta sala de teatro propician mucha intimidad y la voluntad de posicionar a los espectadores y espectadoras en el centro del proceso teatral, que son estimulados por el trabajo interpretativo de David Lorente, Clara Sanchís, Concha Delgado y José Patiño.

En un montaje de estas características, y dada su complejidad, hay que destacar sin duda alguna la extraordinaria actuación de todos los componentes del elenco. La solvencia, la naturalidad y la complicidad del elenco hacen que las actuaciones sean el punto fuerte de la obra. Cada personaje tiene una peculiaridad especial que logra meterse al público en el bolsillo.

David Lorente está inmenso y sobre sale cada vez que pisa el escenario; especialmente en la escena en la que interpreta a un peculiar director de teatro. Ahí está absolutamente genial. Y qué decir de José Patiño, fabuloso jugando con los silencios y bordando todos los matices del personaje que aparece al inicio y al final del espectáculo. Clara Sanchis tiene ese toque especial de sofisticación típico de quien hila una frase con otra con una delicadez exquisita y regala al público música en directo sirviéndose de un piano. Por último, Concha Delgado está estupenda al igual que el resto del reparto.

Hay que felicitar a Lorente y Sanchis por esta maravillosa dirección que evidencia su valía y su talento. La elegancia y la sencillez se apoderan del Teatro Fernán Gómez en una cuidada concepción del espacio escénico que, junto al espléndido diseño de luces y al diseño de sonido, logran crear una atmósfera que concuerda a la perfección con la narración de las escenas.

Normalmente me gusta hacer alguna pequeña referencia a la temática de la obra, resumir en un párrafo de qué trata, pero en esta ocasión va a ser diferente porque creo que hay que dejarse llevar por Los desiertos crecen de noche y no perderse tratando de buscar el sentido de lo que sucede sobre las tablas.

En estos tiempos en los que el teatro suele renunciar a la libre imaginación de cada espectador activo, es de agradecer que se nos invite a descubrir el sendero por el que transcurren Los desiertos crecen de noche.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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