Considerada como una de las obras cumbres de Harold Pinter, Retorno al hogar es un curioso ejercicio teatral entre lo absurdo y el más terrible drama. La versión que se ha estrenado en el Teatro Fernán Gómez de Madrid se sustenta por un privilegiado elenco que destaca por encima de la propuesta.
No cabe duda que a Daniel Veronese le gustan las tramas familiares. Aquí ha arriesgado con uno de los textos más intrigantes del amado y odiado a partes iguales Harold Pinter. Pinter es un autor complejo. Montar un Pinter es sin duda correr un riesgo. Veronese lo ha corrido pero ha sabido elegir a un elenco de relumbron que da empaque a un texto no siempre fácil de digerir.
Un hogar compuesto por un padre deslenguado y cruel, su hermano despreciado por el jerarca. Unos hijos con aficiones cuestionables. El hijo mayor regresa a ese hogar después de seis años de ausencia, y lo hace con su esposa. El drama está por detonar. Esa mezcla de reproches y pasados no confesables desembocará en una diatriba difícilmente solucionable. Algunos de los pasajes más potentes o referencias más claras parecen haberse suavizado y es por eso que el desconcierto parece adueñarse de un primer acto al que le cuesta despegar. El uso de una risas enlatadas distrae por encima de todo, consiguiendo sacar totalmente al espectador y alejándonos de la pulsión dramática. Mal menor, ya que el buen hacer del reparto consigue volvernos a meter en la historia.
Capitaneando el reparto un excelso Miguel Rellán que hace un despliegue de todo su buen hacer. Un personaje desdeñable y ácido. Saca Rellán la artillería pesada componiendo un padre que rebosa humor negro. Fran Perea, al que siempre es un placer ver sobre las tablas y que elige muy bien cuando ponerse sobre ellas, nos brinda un cruel y amoral personaje, bien dibujado y muy bien interpretado. Alfonso Lara impecable como ese hermano inseguro, que se esfuerza por ser un gran chofer y que encaja como puede las burlas de su hermano y sobrinos. David Castillo sobresaliente como ese hermano pequeño inadaptado. Juan Carlos Vellido es el hermano que regresa, acompañado de Silma López. Ellos tienen la difícil parte de componer a ese matrimonio al que se le ven las costuras a medida que las escenas avanzan y que acaba estallando de la manera más insospechada.
Retorno al hogar plantea al espectador algunas situaciones incomprensibles a la par que amorales. Se descubre a unos personajes que en un principio parecen pertenecer a una familia británica de clase media, obrera y luchando por salir adelante, para descubrirles siendo verdadera escoria. Pero hasta las ratas tienen su hogar, y cuando no se conoce otra cosa, el hogar es donde uno se siente invitado e incluido.
La escenografía y vestuario de Lua Quiroga cumple su papel, aunque no arriesga planteando un hogar realista. El espacio sonoro creado por el mismo Veronese tiene acertados momentos musicales que subrayan la emoción en varias escenas, a la vez que desengrasan en otras.
Este Retorno al hogar es un buen ejercicio para acercarse al siempre complejo universo de Harold Pinter. Deja un sabor agridulce, pues se disfruta pero deja la sensación falta de riesgo. Eso sí, el talento sobre las tablas es indiscutible, lo que de por si ya es motivo para acercarse a las tan cómodas butacas del Fernán Gómez.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau.