El Teatro Real de Madrid cierra con un broche de oro este 2022. Esta nueva producción de La sonnambula de Vincenzo Bellini es una fantástica propuesta para cerrar el año. Grandes voces, escenografía elegante y un final feliz.
Estrenada en Milán allá por 1831, La sonnambula de Bellini no es de las óperas ni más conocidas ni más representadas. Su alta complicación vocal, especialmente en los papeles femeninos ha dificultado su representación. El riesgo que asume el Real poniendo en pie una nueva producción es encomiable y el esfuerzo ha merecido la pena. De todos es sabido que al Real le sientan bien los compositores italianos y con esta producción se reafirma una vez más este hecho.
Bárbara Lluch, reconocida directora, hace su primera incursión en el Teatro Real, y lo hace con una propuesta que pareciera minimalista pero que conmueve en su aparente sencillez. Situando la historia en un lugar si definir, con claras alusiones al este de América del Norte en los albores del siglo pasado. Apoyada por la escenografía de Christof Hetzer compone momentos de gran belleza onírica. En una ópera en la que la protagonista es sonámbula, que mejor que plasmar esos paisajes de vigilia y luces de amanecer. Con un ballet preciso y precioso que acompaña en esos momento de duermevela.
La música de Bellini suena poderosa y elegante en manos de Maurizio Benini al que no disfrutábamos en el Real desde 2019. Ojalá verle más a menudo a los mandos de la orquesta del Real.
Protagonismo también para el maravilloso Coro del Teatro Real. Como siempre impecable en su armonía, quizá en esta ocasión parece que se le ha querido sacar menos partido a todo lo que puede mostrar en escena, ya que se le ha mantenido más estático y menos actoral, aun así emocionante.
El elenco es de esos que se deberían recordar durante tiempo. Empezado por Nadine Sierra. Esta soprano estadounidense se ha ganado ya un lugar entre los asiduos al Real. Su interpretación de Amina es de las que deja boquiabierto. Cantando esas intrincadas composiciones con una naturalidad apabullante, se ganó y mereció todas las ovaciones después de sus intervenciones.
Rocío Pérez vuelve a reinar en el Real. Es siempre un placer encontrarse con el talento de esta madrileña. Es una suerte que se le reconozca su maestría en casa y solo esperamos verla mucho más en papeles como el de esta Lisa.
Xabier Anduaga como Elvino simplemente impecable. Anduaga sigue labrándose el camino para ser uno de los grandes de la ópera de nuestro país. Este Elvino es otra muestra de lo que es capaz este donostiarra de voz inolvidable. Roberto Tagliavini al que hemos visto en varias ocasiones en el Real, aquí se consagra en un papel que le viene como anillo al dedo.
Poco más se puede añadir a lo excelso de este montaje que nos brinda a modo de regalo de fin de año el Teatro Real. Una ópera que conmueve por su belleza musical y por ser una propuesta que va calando poco a poco en el espectador. Que sorprende por su virtuosismo lírico y por su belleza plástica. De esas óperas que auguro le traerá al Real más de unas cuanta buenas sorpresas. De momento las ovaciones en pie justifican el riesgo de esta Sonnambula de la que uno no quiere despertar.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau.