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30.12.2022 Críticas  
Déjense sorprender y disfruten de un clásico rediseñado

Grease, el musical icónico por excelencia, llega al Teatre Tívoli de Barcelona de la mano de SOM Produce para devolver el fervor adolescente a las carteleras de la ciudad condal. Bajo las luces incandescentes del letrero del teatro, el musical celebra su 50 aniversario con una nueva versión de David Serrano.

Grease, el icónico musical que revolucionó los escenarios estadounidenses en 1971, vuelve a la carga para celebrar su 50 aniversario con una nueva adaptación y dirección de la mano de David Serrano. Una adaptación que nos acerca un Grease algo más adolescente que sorprenderá al respetable con un ritmo infernal en sus diálogos. Una nueva versión que puede chocar en un inicio pero que, si echamos la vista atrás, podremos ver que no está tan alejado de nuestra época púber en la que, con 17 años, nos podríamos sentir identificados.

Todos conocemos Grease (eso nadie lo puede negar). ¿Quién no ha visto en familia la película en las incontables veces que se ha emitido por televisión? Su última emisión en nuestro país fue en Televisión Española tras el fallecimiento de su protagonista, Olivia Newton-John, en la que 1.173.000 espectadores (13,3%) estuvieron enganchados fielmente a la pantalla. La película fue seguida por hasta 3,8 millones de personas en algún momento de su emisión. Todo un hito a remarcar y difícil de igualar.
Aun así, hemos de recordar que su primera versión (algo distinta a la película) se estrenó en el desaparecido Kingston Mines Theatre de Chicago en 1971, un año antes de saltar a los escenarios de Nueva York y convertirse en todo un hito del musical representándose durante ocho años consecutivos.

Danny Zuko y Sandy Olsson son dos jóvenes que tienen un romance en sus vacaciones. Al término del verano, se ven obligados a separarse. A su regreso al instituto Rydell, Danny se reúne con su banda, los T-birds, de chaquetas de cuero y pelo engominado. Inesperadamente, los padres de Sandy deciden mudarse y la joven ingresa en el mismo colegio que Zuko. Pasada la sorpresa del reencuentro y con el objetivo de quedar bien delante de sus compañeros, Danny adopta una actitud arrogante que deja a la joven totalmente desamparada. Sandy se une entonces a las Pink Ladies, la contraparte femenina de los T-Birds. A partir de entonces tienen lugar historias y desencuentros entre los dos enamorados y sus amigos, todo ello marcado por los acontecimientos de sus vidas estudiantiles: el comienzo de la temporada de fútbol, el baile de promoción, carreras de coches, noches de chicas, de chicos, salidas al “fast-food”, al autocine… La clásica historia de jóvenes americanos de instituto que tanto nos gustan.

La nueva versión de David Serrano dista un poco de la versión teatral que todos tenemos en mente y que hemos disfrutado tantas veces en los escenarios. Así, los diálogos son distintos, algunas canciones han sido recolocadas y, tenemos un sorprendente narrador que nos va situando en escena cada cierto tiempo. Cambios arriesgados que sorprenden al público que viene a disfrutar del clásico Grease y que se encuentra una versión algo distinta pero actualizada a nuestro tiempo. Un movimiento inteligente por parte de su director y adaptador que, sin duda, descoloca a todos y nos mantiene (por bien o por mal para algunos) atentos a la escena.

La dirección que Serrano impregna en este Grease 50 aniversario es sorprendente. Los personajes tienen una actitud más joven, correspondiente a la edad del personaje que interpretan (no encontraremos intérpretes de más de 30 años haciendo personajes de 17), y con una forma de ser acorde a ello. Así veremos que los diálogos son muy distintos, más cortantes, llenos de frases punch entre personajes, pisándose cuando hablan, tratando de hablar por encima de otros y mostrar así que ellos/as son los reyes/reinas, y con una soberbia extrema y divertida en muchas ocasiones. Este juego implícito en el show hace que los interpretes disfruten más en escena y que, en ocasiones, se les escape la risa y alguna que otra mirada de complicidad.

En base a la interpretación, decir que esta se siente muy cercana y real. Ninguno de ellos/as destaca sobre otros, ya que la línea de replica creada en escena les ofrece su lugar y momento a todos; incluido a los personajes algo más secundarios como los T-birds (a excepción del protagonismo latente de Zucko y Kenickie) y a los amados Patty y Eugene; quienes obtienen un poco más de atención en la obra. Aun así, destacamos la interpretación de Quique González como un natural Danny Zucko, Jan Buxaderas como el incombustible Kenickie, Isabel Pera como la irónica y amable (aunque lo tenga bien escondido) Rizzo, Víctor Massán como el interesado e histriónico Vince Fontaine o Sònia Vallverdú como la modosita y perdida Frenchy. Junto a ellos, el elenco al completo (Mia Lardner, Pau Gimeno, Elisa Hipólito, Lucas Miramón, Paula Domínguez, Samuel Gómez, Rocío Serrato, Nerea González, Berta Butinyà, Alba Samitie, Carmen Bravo, Pau Zeiss, Marc López, Diego de Domingo, Mario Barrero, Marc Ribalta, Alicia Santos, Ana de Alva, Miguel Mateos y Sergi Boix) nos presentan un Grease interesante que remueve lo que teníamos preestablecido.

En la parte técnica, de nuevo, Juanjo Llorens hace su magia en la iluminación acercándonos un espectáculo lleno de luz y color que, junto a la sorprendente y nueva escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda (paneles de leds, plataforma rodante, fondos que suben y bajan, una continua entrada y salida de atrezo, etc.) y el vestuario de Ana Llena, nos acerca al 1959 (fecha en la que está ambientada la obra) en un abrir y cerrar de ojos.

Por su lado, Toni Espinosa, coreógrafo de la versión, nos muestra que un espectáculo conocido casi al dedillo por el público puede reinventarse y adaptarse bajo una nueva coreografía que no desentone en nuestra mente. Obviamente, hay algunos pasos icónicos del musical que siguen apareciendo en escena pero, estos, están muy bien colocados para alinearse en una nueva y electrificante coreografía creada desde cero. Cada escena es distinta y nada se repite entre ellas, creando así un elemento nuevo que hace que disfrutemos y no comparemos con sus versiones predecesoras. Un movimiento inteligente para esta nueva adaptación que revoluciona las noches barcelonesas.

Sí, es cierto que la versión 50 aniversario que SOM Produce nos ofrece de Grease es muy diferente a la que conocemos y que re-visualizamos en bucle en nuestra mente. Pero todo puede reinventarse y un musical de hace más de 50 años no es una excepción. Grease se ha transformado para acercarse a la sociedad actual, a nuestros jóvenes, a ese léxico tan particular que utilizan, a esa forma de hablar y congeniar. El cambio, en su inicio, es chocante pero adecuado. Mi consejo es simple: déjense sorprender. Vayan al Tívoli con la mente abierta y disfruten de un clásico rediseñado.

Crítica realizada por Norman Marsà

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