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16.12.2022 Críticas  
El vínculo profundo con la realidad

Permanece la temporada teatral del CDN con la acogida de El peso de un cuerpo, montaje que puede verse en la sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán de Madrid. La dramaturga Victoria Szpunberg inicia el planteamiento de un asunto tan importante como es el envejecimiento en nuestra sociedad actual.

El teatro tiene esa magia: consigue emocionar, conmover sin artificio, a la vez que te hace pensar; llega con la misma fuerza a la cabeza y al corazón. Por eso es tan necesario apostar por este tipo de textos que promueven el protagonismo de las personas, facilitan el aprendizaje colectivo desde las experiencias humanas y suponen un instrumento para la implicación de manera activa en la transformación de la realidad que nos rodea.

El peso de un cuerpo es la puesta en escena del relato de vida, un baile entre autenticidad e invención, entre ficción y realidad, donde resulta primordial el compromiso afectivo despertado por la dramatización del texto que narra cómo una hija ha de cuidar a su padre que, tras sufrir un accidente cerebrovascular, vive un proceso de deterioro físico y mental que lo transforma en un ser completamente dependiente. La escasez de recursos económicos propios y la precariedad que viven las administraciones públicas en nuestro país provocan que la situación entre en un callejón sin salida. El teatro es una maravillosa forma artística de expresión pero también es una forma de conocimiento y consciencia, tanto de nosotros mismos como de todo lo que nos rodea, y puede ser también una manera de entender cómo funciona nuestro entorno para transformarlo de la mejor manera posible.

La actriz Laia Marull protagoniza esta obra de teatro y encabeza un fantástico reparto compuesto por David Marcé, Carles Pedragosa y Sabina Witt. En un montaje de estas características y teniendo en cuenta su complejidad, hay que destacar la extraordinaria actuación de todos los componentes del elenco. Laia Marull, el alma de El peso del cuerpo, está inmensa dando vida a la protagonista y sobresale durante los noventa minutos que dura la obra. Nos brinda una interpretación llena de verdad, que va de menos a más, y que está cargada de matices. Me ha parecido una delicia verla actuar tan de cerca (recomiendo encarecidamente situarse en las primeras filas de la acogedora sala Francisco Nieva) y observar de primera mano cómo va plasmando ese amplio abanico de emociones a través de las miradas, de cada uno de sus potentes gestos y de los movimientos. En todo momento, la actuación de la barcelonesa transmite a la perfección el miedo y la desolación de una hija que soporta una carga emocional y económica capaz de superar a cualquiera. Y qué decir de David Marcé, maravilloso interpretando al conductor de la ambulancia y celador y a otros personajes, bordando los matices de cada uno de ellos y demostrando una asombrosa versatilidad. Sabina Witt está más que correcta en la interpretación, y también, en el uso de la voz al cantar en los momentos musicales. Por último, Carles Pedragosa nos permite disfrutar de su trabajo actoral gracias a una naturalidad que inunda cada rincón del escenario. Es evidente que todos están dotados de gran talento y eso se traduce en una admirable complicidad que exhiben desde el comienzo, pasando por el nudo, hasta el desenlace. ¿O no es esté el orden correcto?

Judit Colomer, la responsable de la escenografía, ha realizado un trabajo fabuloso. Con pocos elementos escenográficos, pero con un extraordinario dominio del escenario, nos traslada a los diferentes lugares donde se va desarrollando la historia con una importante dosis de realismo. Destacar también el diseño de luces de Marc Lleixà y las videoproyecciones de Joan Rodon, fundamentales también es la puesta en escena de El peso de un cuerpo.

Victoria Szpunberg, uno de los nombres más potentes en la dramaturgia catalana, demuestra que hay una forma de teatro que nos hace protagonistas, que nos sitúa en la escena de la comprensión. Saliendo del letargo para volverse protagonista de la transformación y la regeneración de todo lo que está siendo dañado dentro de las políticas sociales para las personas mayores.

En definitiva, El peso del Cuerpo es una de las obras más personales y genuinas de la cartelera actual. Un montaje que está dando mucho que hablar y al que deseo una larga vida.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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