Tras 35 años de no representarse en el templo de la ópera Barcelonés, Il Trittico de Puccini vuelve al Gran Teatre del Liceu de Barcelona con un elenco de lujo dirigido por la batuta de Susanna Mälkki y una inigualable producción firmada por la directora escénica Lotte de Beer que la posiciona como una de las mejores óperas de la temporada.
Il Trittico es la suma de tres óperas de un solo acto —Il tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi— que Giacomo Puccini preparó como una unidad indisoluble en tres partes. Esta triple ópera estaba inspirada en la estructura de la Divina Comedia de Dante —Infierno, Purgatorio y Paraíso— y en los retablos medievales que se podían encontrar en las iglesias; los famosos trípticos que contaban una historia a partir de la concatenación de imágenes gracias a un argumento o tema común. Aunque fueran creadas para representarse como unidad «indisoluble», no es extraño que, en ocasiones, podamos disfrutar de una de ellas en breves programas temáticos en los que puedan compartir protagonismo con otras obras de otros compositores.
Esta vez, el Liceu de Barcelona ha decidido apostar por la propuesta al completo ideada por la directora escénica Lotte de Beer, de la Bayerische Staatsoper de Múnich quien, acompañada en la dirección musical por Susanna Mälkki, presentan una interesantísima e hipnótica versión de Il Trittico de Puccini que maravilla al respetable por su alto nivel en todos los campos.
Para Giacomo Puccini, las tres óperas de Il Trittico no eran títulos individuales divisibles, sino tres variaciones sobre un mismo tema, la muerte. La forma de llegar a tratar el tema era especialmente diversa e incluso contradictoria. Así, Gianni Schicchi es una comedia negra; Il Tabarro, un cuadro verista de misterio y crimen, y Suor Angelica, un melodrama religioso. Pero, en todas, su autor nos muestra la muerte como un proceso natural e inevitable que nos encauza hacia un nuevo camino.
La, a primer vistazo, simple escenografía que nos presentan, ideada por el escenógrafo Bernhard Hammer, es la primera de las sorpresas que nos encontramos al iniciar la función. Como si de un largo pasillo se tratara que se abre al público en una pequeña sala donde pasa la mayoría de la acción (a primera vista recuerda a una televisión de tubo), la muy interesante escenografía nos presenta multitud de facetas y usos que se nos escapan a la vista y que nos irán sorprendiendo poco a poco en su primera ópera.
Hammer, ha diseñado un escenario que nos recuerda a un túnel en apariencia oscuro, pero que permite regular diferentes cantidades de luz y transmitir la idea de que es un canal de paso, ya sea dentro de la acción -primer plano y telón de fondo- o como metáfora del tráfico de la vida a la muerte.
Hammer hace así un excelente uso que hace del espacio escénico para crear un producto que sorprende cada cierto tiempo, haciéndonos reconocer facetas de la escena que no habíamos tomado en cuenta y que nos muestra que, lo que hay es mucho más de lo que vemos a primera vista. A destacar los sorpresivos finales de cada una de las óperas que, en la primera, nos deja sin aliento, pero que sigue maravillando al público en el final de la segunda y el principio de la tercera ópera.
Junto a la sorpresiva escenografía de Hammer, destacar la excelsa iluminación creada por Alex Brok y el perfecto vestuario creado por Jrorine van Beek que ayudan a crear un productor compacto y cohesionado que embelesa.
En relación a las interpretaciones actorales en Il Trittico, remarcar que Puccini no ideó dichas óperas con una partitura hecha para cantantes con técnica y experiencia, sino para actores y actrices capaces de vaciarse emocionalmente. Así, por ejemplo, el papel de Suor Angelica necesita generar una empatía extrema en el público para presentar a una de las heroínas suicidas más difíciles de Puccini y, en el caso del pícaro estafador Gianni Schicchi, lo que se busca es convencer y hacer reír al público bajo una gran bis cómica.
Aun así, esto no quiere decir que la partitura sea sencilla; al contrario. Otro de los retos que propone Il Trittico a la hora de llevarlo a lo alto del escenario es, en sí, la dificultad de su partitura. Para poder llevarla a cabo, el Liceu ha contado con un elenco delicioso que enloquece a un público que trata de hacer sangrar sus manos en los aplausos finales; algo que, realmente, no es para menos.
La soprano noruega Lise Davidsen canta el papel de Giorgietta en Il Tabarro y se enfrentará al dúo de amor central con el tenor Brandon Jovanovich (que hace de Luigi). Por otro lado, la soprano albanesa Ermonela Jaho asume el reto de llevar el canto de Suor Angelica a la excelencia en una aria de enorme belleza que encoge el corazón (Senza mamma, bimbo). Jaho se ha convertido en la especialista mundial de ese rol y así lo demuestra en las tablas del teatro, siendo la más aplaudida de la noche. Por su parte, el veterano barítono italiano Ambrogio Maestri se encarga de los roles principales en Il Tabarro (Michele) y en Gianni Schicchi, entregando personajes muy diferentes entre sí que maravillan al público por su excelencia. La mezzosoprano Daniela Barcellona asume el segundo rol central de Suor Angelica (la Princesa) y un papel pequeño en Gianni Schicchi (Zita). Finalmente, entre otros, completan el elenco Ruth Iniesta, quien nos entrega una perfecta Lauretta en Gianni Schicchi interpretando una de las más memorables arias del repertorio lírico de Puccini, la gentil O mio babbino caro. Y el tenor Iván Ayón-Rivas que interpreta a un espléndido Rinuccio en Gianni Schicchi.
La dirección escénica que impregna Lotte de Beer es gentil y efectiva, haciendo que cada una de las óperas, aun formar parte del mismo Trittico, tengan vida propia y separada de su anterior. Así mismo, entre la primera y la segunda, no hay caída de telón pero la transición visual es tan efectiva y orgánica que, realmente, el telón no es necesario para el cambio. Por el contrario, la transición a la tercera ópera es algo más complicada de realizar y, por ello, disfrutamos del entreacto entre dichas óperas.
En la dirección musical de Susanna Mälkki podemos notar el controlado tempo y la fuerza que la directora impregna basada en la partitura. Una partitura que parece estar al servicio de la acción que ocurre en las tablas del Liceo y que Mälkki controla bajo una batuta inflexible en una interpretación excelsa de la Orquesta del Gran Teatre del Liceu. ¡Bravisimo!
Il Trittico es, si duda alguna, una de las piezas más especiales y excelentes que esta Temporada 2022-23 el Gran Teatre del Liceu de Barcelona presentará a su fiel público. El compendio de todas las artes expuestas crea un engranaje tan perfecto y sólido que hace imposible retirar la mirada de la escena. Un lujo poder disfrutar de un espectáculo tan compacto, dinámico y desafiante como Il Trittico en las tablas del gran teatro barcelonés.
Crítica realizada por Norman Marsà